Y no es un eufemismo.
Les invito a que sean águilas por un momento y volemos por el territorio de Amazonas (vuele, vuele, vuele, observe, vuele, vuele) . Le hago tres preguntas para que usted responda con sinceridad. ¿Qué obra impactante ve que integre el departamento? ¿En qué condiciones viven sus hijos? ¿Hay algo que resaltar?. En ese viaje imaginario como águila, presumo que sobrevoló las montañas y vio que están depredadas, cruzó ríos y quebradas y quiso comer y no había una presa, las carreteras una calamidad, pueblos enteros sin agua, cientos de niños con anemia y desnutrición crónica, algunas aguda, tierras abandonadas producto de la migración del campo a la ciudad y lo peor, pueblos que van quedando vacíos porque no hay población activa. ¿Eso miró?
En el proceso de descentralización que ya vamos como 23 años, se han invertido millones de soles en obras de diferente índole y sus indicadores de desarrollo son de lejos las peores a nivel nacional. Casi siempre en temas de competitividad estamos cerrando filas, las brechas sociales y económicas son extensas y afecta a un 42% de la población.
No existe una propuesta cabal y efectiva de hacer algo por el futuro, sin pensar en el interés económico o político. Desde hace 23 años estamos siendo gobernados a la deriva. Somos como ese barquito de papel que se mueve al ritmo de las olas y el timón no funciona porque los que lo dirigen no saben conducirlo. Sin puerto, sin una hoja de ruta, sin brújula, sin un ocaso como oportunidad, estamos condenados a ser cada vez más pobres.
A esto se suma, la desintegración del territorio. Ninguna provincia apuesta por el crecimiento territorial, se mueve dentro de sus paredes y límites y poco le interesa lo que suceda al otro lado del río o de la montaña. Cada gobierno provincial tiene un sueño heterogéneo, lo que agrava más la utópica voluntad de ser mejores cada día. Hay en celo, resentimiento interno que no conduce a nada.
Si esto no cambia a futuro, se hará insostenible hablar de crecimiento económico, social y cultural como ambiental. Será difícil luchar contra los prejuicios, al que se suma la clase política con una miopía extrema que solo hace lo que le dicta sus compromisos electorales y nada más. Eso se verá peor en las elecciones que se vienen y seguiremos en el mismo juego, de engañarnos mutuamente hasta convertirnos en nada.
¡Brújula! ¿onde estás?