Me hago la promesa de visitar
las zonas de los incendios. Me pongo un zapato viejo, unas mascarillas, una
casaca impermeable para las lluvias que vienen, un raído pantalón, así como
agua y algo para comer, además de mis lentes para el sol y gotas para lubricar
mis ojos secos. Salgo de la ciudad y me impacta lo que veo.
Saliendo de la ciudad, el olor a humo es brutal, sobre mi ropa caen restos de hojas hechas cenizas, respiro un aire contaminado, hiriente que me raspa las fosas nasales y la garganta se seca. Siento que me atraganto con la saliva. Aquí nomás, en “El Molino”, las faldas de los cerros cambiaron de color, del verde al negro, marrón y gris. Me estaciono, camino unos pasos y “crech,chech” es el sonido de mis pisadas, extiendo mi mano y se queda impregnado de cenizas, troncos “cashpados”, la piel destrozada y quizá el corazón latiendo forzadamente y lleno de dolor. Veo los restos de eucalíptos, lo que queda de pinos. Camino sobre el salvaje mundo de la muerte, donde no hay ser vivo que haya sobrevivido.
Más abajo, entre el ex semi túnel de Cáclic hasta Tingorbamba, esas inmensas peñas rocosas donde crecía helechos y otras propias de zonas montañosas, es un manto negro, tétrico que da temor y uno se imagina sobre lo que pasará cuando regresen las lluvias y enfríen esas rocas que revientan de calor. No quiero imaginarme la caída de piedras de las alturas y golpee a vehículos que transitan por ese corredor rocoso desde Cáclic a Tingorbamba.
En Pomacochas, los bosques primarios se han visto afectados. Cada vez contamos con menos tierras por explorar. Casi todo está manipulado por el hombre. Lo que ayer era verde tupido y boscoso, hoy se nota la tala para reemplazar por extensiones de pasturas para alimentar ganado. Miles de hectáreas hoy están al servicio del hombre de manera indiscriminada. Hablo con personas expertas y me dicen que un ganado usa como una hectárea de pasto. ¿Se imaginan cuantas hectáreas existen taladas para alimentar a 500 mil cabezas de ganado que existe en Amazonas) (Fuente DRA Amazonas)? No logro entender al Estado, que sabiendo lo perjudicial, invierta millones de soles en mejoramiento genético. Hoy, hay zonas, que cambiaron radicalmente su estilo de vida. Cada vez hay menos papa, maíz, frijol, que vertiginosamente se reemplazan por ganado (leche, derivados lácteos). Nos hemos preguntado ¿qué pasará con la sociedad del futuro cuando los alimentos básicos escaseen? ¿Contamos con un programa de seguridad alimentaria en Amazonas?
Regreso a Lamud como Luya y es fatal ver nuestros suelos y uno comienza a imaginar preguntas sin encontrar respuestas ¿Es válido quemar los suelos para provocar lluvias? Sabiendo el peligro y que salga de control, como campesino ¿tengo un plan para evitar que se expanda? Si lo hago motivado por “joder” ¿tienen complejo de pirómanos?
Reportes oficiales no existen, pero es evidente que el hecho mismo de que 14 distritos hayan sido declarados en emergencia, es porque fue grave la destrucción de nuestros ecosistemas. Un daño que puede ser reversible siempre que se tenga un plan consensuado con las comunidades. Se cuestiona mucho el sembrío de pinos y eucaliptos en zonas que son colchones hídricos. Ojalá se corrija esa actitud impositiva y alguna vez, el estado trabaje de la mano con las demandas de los pueblos.
Ya vienen las lluvias y con él, otro problema: huaicos, inundaciones, derrumbes. Ojalá con la lección recibida, a las instancias de gobierno se les ocurra hacer campañas preventivas, ya que, si los incendios mataron nuestras montañas, los otros fenómenos pueden llevarse la vida de muchas personas.