Iría muchas
veces, más. No solo por esa sopa de arroz que hasta hoy se queda ese sabor en
la boca, tampoco por su lago, que, como espejo mágico, te refleja en la cara
los rayos del sol, menos por sus quesos diversos y de colores. A la Florida,
puedo ir las veces que quiera. Es un polo de desarrollo en extensión en pleno
corazón de Bongará, que vertiginosamente ha crecido y tiene varias
manifestaciones por mostrar y recrear.
Dejó de ser,
esa Pomacochas de los años sesenta, donde los pobladores con ponchos y caleros
pasaban sus días en medio de totoras y comiendo carpas, truchas o pejerreyes,
del arado de las chacras o del pastoreo. Hoy se viste de colores. Hace frio,
sí, pero cuando el sol te abriga, también te quema, te resucita la existencia y
hace tu estadía placentera. Esa Pomacochas, de los Catpo y los Chicanas, pasó a
los Chávez, Bazán. Es un lugar extenso con una hegemonía de migrantes
cajamarquinos que lo han forjado con otra mirada. Una evidencia de eso, son las
estatuas pétreas traídas de Porcón y que adornan su Plaza, así como el ingreso
al lago.
Regresé
después de muchos años, exactamente desde el 2014, año en que formamos una
Asociación de Turismo de la localidad, donde cruzamos el lago hasta el embarcadero
de Levanto para comer cuyes y pejerreyes fritos o en ceviche y recibí como
recuerdo un protector de cojín bordado con flores y un picaflor. De eso al
2023, Pomacochas, tiene cambios sorprendentes. Es más extensa, cuenta con
hoteles de cinco pisos dispersos a lo largo del pueblo, varios restaurantes en
toda la calle principal, decenas de mototaxis, y rueda de llantas de vehículos
que pasan sin cesar a lo largo de las 24 horas del día.
Llegamos muy
temprano, es el día del campesino, se aprecia mucho movimiento de gente. Bajo a
la plaza, me embriagan sus colosales figuras de piedra. Destaca un picaflor
cola de espátula, un pescador, una sirena y hasta un ordeño a la vaca. Cada
retrato tallado es el reflejo de las actividades destacadas en la localidad. Sus
calles ya no huelen a tierra mojada, el cemento se sembró en sus calles
principales, que te llevan al Centro de Salud, al lago y hasta los miradores
que han construido sus autoridades. Sin dejar de lado al camino del pantano,
que hoy es ancho y hecho con piedras lajas, que te conducen a Campana Urco.
Al otro lado,
está el lago al cual se ingresa por un camino temático; por un lado,
extensiones de pastos y ganado, al otro, flores y bloques de piedra con figuras
emblemas de la zona. Hay, una boletería donde pagas tres soles para entrar. Una
plazuela rodeada de restaurantes y artesanía te espera, unos metros adelante,
un camino flotante espera tus pasos para el embarcadero, donde botes de
diferentes tamaños te esperan para que hagas un recorrido por las aguas del
lago, lleno de mitos y leyendas. Se dice que debajo de él, hay un pueblo. Un
pueblo que no quiso ayudar a un viejito y éste lo maldijo y se inundó. Este
lago, tiene diversas historias por contar. Lo rodea millones de totoras que
sirven para hacer canastas, cestos y petates. Las totoras son el lugar ideal para que aniden las garzas y las nutrias, que un día surcaron el Imaza, se
apropiaron del lago y es hoy por hoy, un milagro encontrar un pejerrey, de esos
que alguna vez sembró la CORDEAMAZONAS.
Pomacochas,
es quizá el lugar de mayor crecimiento poblacional, tan igual que Jazán. Es un
territorio cuya actividad principal es la ganadería. De allí, que le ha
convertido en una cuenca lechera muy importante. Hay quesos muy variados y lo
curioso que la mayoría de ello, lo llevan a Cajamarca, allí lo etiquetan y van
a los supermercados limeños. Sus más de 2,220 metros sobre el nivel del mar y
sus casi tres mil habitantes la hacen merecedora de mejoras permanentes.
Su gente de
hoy, tiene otro rostro, otra mirada. El pueblo, tampoco es el mismo. Cambia de
piel permanentemente y eso es bueno, para ellos, para Bongará y Amazonas. Todo
cambio, es vital. Maturana, decía “que el movimiento, te renueva, te vitaliza,
te hace sentir vivo”. Pomacochas sigue vivo, latente, pujante. Sigue siendo esa
joya natural que brilla por determinación de sus hijos y autoridades.
Y la
volveremos a ver…
1 comentario:
Los cambios en nuestros pueblos son sorprendentes. Se agradece, señor Cabañas por sus escritos. Un abrazo.
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