Me vestí de águila, volé sobre la ciudad, me detuve a mil metros de altura, me mantuve luchando con los vientos. Observé desde Taquia hasta Pencapampa, desde Huancas hasta el mirador del Pumaurco, desde el molino hasta Higos Urco. Agudizando la mirada, resalta lo urbano sobre lo rural, los servicios sobre los productivos, lo burocrático sobre lo operativo, lo tradicional antes que la innovación. Volé, me posé en mi nido y no supe que decir.
En democracias modernas, se habla
mucho de dos conceptos: gobernanza y gobernabilidad; el primero, pasa por
regular los asuntos de interés público y lo segundo, la capacidad para ejercer
sus funciones y alcanzar los objetivos propuestos: Para que esto suceda, se
tiene que entender la orientación del territorio, sus posibilidades, sus taras,
así como la que la diferencia del resto, sabiendo esto, podemos recién aplicar
acciones para ser competitivos y crecer de una manera estructural, ordenada,
pensando en el bien común.
Tanto la gobernanza como
gobernabilidad, requiere de una construcción social para lo cual se hace
fundamental, conocer los actores formales e informales, así como sociales e
institucionales que con su voz y aporte nos tienen que dar una idea para que
estratégicamente podamos desarrollar acciones que generen desarrollo dentro del
territorio.
En ese vuelo de águila, aprecié que
se está dando más valor al tema urbano. Cada vez la parte agrícola o forestal
se merma para dar paso a estructuras de fierro y cemento, el cual puede a largo
plazo generar serios problemas en la seguridad alimentaria, toda vez que, a
menos tierras para agricultura, menos alimentos y el hambre se incrementa.
Dentro del desarrollo de las
ciudades, se tiene que evaluar los tipos de territorios con que se cuenta, sea
periurbano, con vocación agrícola, servicios ecosistémicos, habitacional y
hasta industrial y esto deberá reflejarse en documentos de desarrollo, como los
planes urbanos. Sin conocimiento de lo que tenemos, el enfoque de desarrollo no
conduciría a nada, salvo al caos, desgobierno e incompetencia.
En ese proceso, debe surgir las
respuestas a la pregunta que me hago. ¿Qué ciudad queremos? Seguir siendo de
servicios, industrializado, megadiverso, para vivir bien, tranquila y segura,
etc. Sea cual sea lo que aspiramos tiene para pasar por un proceso de diálogo
sostenido y permanente. La capital de Amazonas viene creciendo de una manera
exponencial en los últimos treinta años, la zona periurbana es más poblada y no
planificada. Ello está conllevando al despoblamiento de territorios rurales que
podrían desaparecer a corto plazo. Si es que hoy no miramos el futuro como
águila, quizá a mediano plazo cuando queramos vivir con dignidad, será difícil porque
hoy que tenemos la oportunidad de mirar el futuro, fuimos ciegos al mañana y
esa ceguera nos quitó la posibilidad de ser mejores que los demás.
Planificar es prevenir el mañana. Planificar es soñar. Planificar es anticiparse al futuro. Planificar, es una responsabilidad de todos.
Dejemos de lado la
planificación reactiva por la de prospectiva, pero ¡ya!
1 comentario:
¿Será posible dejar de lado la reacción en todo nivel de gobierno?. El mal nacional es que todo se hace en base a problemas que ocurren: matan, hacemos leyes, falta de agua, hacemos leyes. Si tan solo pensaríamos en el futuro, quizá estaríamos siendo responsables con las otras generaciones que nos reemplazarán mañana.
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