¿Cuántas veces, he tocado tierra luyana?. Decena de veces y por diferentes motivos. Hoy, acompañado por siete alumnos de Ciencias de la Comunicación, crucé el Utcubamba, subí Caclic, pasé por Tincas, rodee a Luya y llegué a Lamud, la capital de la fe. Esa ciudad pequeña pero gigante en legados por fortalecer.
En medio de la helada de junio, llegamos a Lamud para convivir seis horas con su gente. Esa gente que nos cuenta y quiere contar historias, que desea desahogarse y trasmitirnos sus experiencias y sus sueños y compartir esa magia que tiene el lugar. Dígame si no será mágico, tener como patrón espiritual al "Señor de Gualamita", ese ser divino que todavía nos deja sus pasos y caminos por medio de cadillos y relatos que te trasladan a lo más profundo del espíritu o recorrer el molino de piedra, una reliquia fantástica dejada por Don Cesáreo Torrejón o del gran Sapalanchan, donde vale la pena una escapada y disfrutar de una riqueza literaria, artesanal y pictórica del mundo.
Gualamita: más allá de la leyenda
Llegas y lo miras, te sientes un pigmeo derrotado y atribulado por tus pecados, miedos y desesperanzas. Te miras en el reflejo de su mirada y eres un mutante que cambia de espectro, por un lado, lleno de temores y por otro, con ganas de recuperar esa fe y dejar de lado tus remordimientos. De él se han escrito decenas de kilos de tinta y golpes en los teclados de una máquina de escribir o de una computadora. En esta ocasión, me entusiasme de sobremanera, al saber que TIENE SU PROPIO MUSEO y eso me parece una genialidad.
Doña Irene Sánchez Arévalo, nos esperaba en el templo para compartirnos su historia. Se emociona, se traslada, se transforma, se hace un ángel que cuenta con detalle las anécdotas de "Gualamita", aquel que por ruego de los pobladores, truncaron que vaya a su destino final como era Ecuador. Nos muestra, los zapatos, sus túnicas y mantos. Sus joyas de diversos metales, los libros de peticiones de sus devotos. Le cuanto mi experiencia, la comprometo y saca del armario la primera capa y túnica del patrón, ya raído, maltratado y algunos cadillos de evidencia que el amito era "callejero". Le comento mi experiencia en otros países y le digo que en Colombia o Ecuador, a los feligreses para llenarlo de ese halo de espiritualidad colocan sobre su cuerpo las capas de la "Virgen de la Sal" o de las Nieves a cambio de un peso o un dólar y la gente sale lleno de fe. ¿Se podría hacer eso y recuperar a los feligreses y creyentes?. Mi teoría, es que sí.
Molino San José: El legado de un genio
En agosto del 2014, fue la única vez que visité el Molino y de paso fui a saludarle en su lecho de dolor a Don Cesáreo Torrejón, el último genio de Luya, que por una negativa hecha a su persona para moler trigo y hacer unos dulces a sus hijos, se las ingenió y prometió hacer uno y ponerlo al servicio del pueblo. En tres años, tuvo el molino, demostrando su utilidad. Poco a poco comenzó a construir una estructura y de allí a suplir necesidades en base al ingenio y la lectura.
Hotel Sapalanchan, más que el placer de dormir
"Bienvenidos, soy el dueño, el administrador, el barrendero, el gasfitero y el chef del hotel", nos dice, Paul. Contagia con su chispa e ingresamos a sus instalaciones. Si de lejos parece, de cerca y dentro del Tambo Sapalanchan, es una increíble construcción. A mí que me gusta el arte, me maravillé ver algunos trabajos originales del cajamarquino Sabogal, de artesanía mexicana, de pintura cuyos trazos se hicieron en diferentes países del mundo. Una enorme biblioteca que alberga tomos de enciclopedias inglesas.
Entre miniaturas y la historia
En estas iniciales seis horas de reencuentro con la capital de Luya, visitamos a la diminuta imagen de María y su inmáculo corazón que celebra en julio su festividad. Es tan pequeña pero con una historia muy grande, como lo que nos cuenta con pasión y autoridad, Jorge Enrique Salazar Mendoza, ex alcalde de Luya y teniente alcalde de la provincia. En su casa, rodeada de "Gualamitas", nos relata la historia colonial de su provincia, los mitos y leyendas poco conocidas y nos induce en su laberinto de la escritura, mostrándonos sus machotes de futuras publicaciones.
Vago como niño sin destino, me abrumo con los murales de las calles lamutinas, me penetro en sus olores mixtos de tamales, humitas, me abruma su silencio extremo, me consuela verla de nuevo: más grande y rejuvenecida. Me penetro en sus calles. A lo lejos, siento que me vigila un Cristo Redentor y me abriga con sus brazos gigantes en la mañana fría y me conduce a comer delicias en las Tinajas, un restaurante donde hacen maravillas en su cocina y donde para orgullo mío, un sobrino es el chef.
Regreso a casa, cargando ideas y nuevas letras para contar historias y algo de mí se queda en esta ciudad, Regreso partido. Regreso poseído por la esperanza y el espíritu renovado y profundamente agradecido a las personas que nos acompañaron y asistieron en nuestro viaje, quienes en representación de Amilcar Díaz Mendoza, nos hicieron sentir más que en casa.
¡Gracias por leer estas historias y compartirlas ellas!
Nota: Muchas gracias a la Municipalidad Provincial de Luya, a su alcalde, a su gerente de desarrollo Social, Elita Olivares y las que administran la DEMUNA. A las personas que nos contaron sus historias y experiencias. A los muchos amigos que tuve el privilegio de volver a verlos. Mil gracias.
3 comentarios:
Muy buen escrito. Buen manejo de los tiempos que nos pega a seguir leyendo...
¡Qué hermoso!. La lectura es más fácil de hacer cuando se encuentra con escritos de esta naturaleza.
Me encantó.
Felicitaciones, excelente trabajo de investigación. Saludos
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