martes, 20 de junio de 2023

Quitarse las anteojeras.

             


               

Al parecer los seres humanos, como los caballos, usamos anteojeras para no ver lo que sucede a nuestro alrededor y solo miramos lo que pasa y no lo que sucede hacia atrás. Esas anteojeras, nos está limitando nuestra capacidad de observadores; solo nos permiten mirar por curiosidad y nos limita nuestro proceso de la observación, un acto más que humano para poder tener otro tipo de mirada al mundo.

Si uno va a las estadísticas, las ciudades van creciendo a costa del despoblamiento de la zona rural; esa que es mirada con desdén, con malicia y rechazo, pero que no entienden que de ellos uno se alimenta. Un claro ejemplo de esto es Chachapoyas, que en los últimos treinta años ha incrementado su población en un 400% y somos testigos que cada vez, distritos como Olleros, Granada, Quinjalca, Soloco, Sonche, Magdalena, Jalca Grande y hasta Chuquibamba, se van quedando con población vieja y sin juventud.

La capital de Amazonas, requiere de más de 15 mil viviendas, las mismas que se impulsan mediante inmobiliarias que proponen casa propia, quizá alejada de la realidad territorial, en el que no se mira el futuro caótico que se nos viene, sin agua, sin servicios básicos y sin recursos ni proyectos para ello. No veo en el horizonte intermedio proyectos o planes que nos anticipen a los serios problemas que nos aquejarán en menos de una década.

Lo mismo sucede en Bagua y Utcubamba; extrañamente no pasa lo mismo con Mendoza, donde la zona rural es más densa que las ciudades y es básicamente por las tierras productivas que luego de volverlas inútiles, siguen explotando tierras para el beneficio económico, de allí que más de 5 mil hectáreas al año se deforestan y pocos ponen el grito en el cielo.

De este y otros problemas se puede hablar extensamente en Amazonas. Humberto Maturana, un genio, decía que “el futuro, no depende como se lo mire, es fundamentalmente como se lo sueña”. Tal parece que nosotros no nos atrevemos a soñarlo de la mejor manera.

Concluyo o recomiendo. Los responsables del desarrollo del territorio, deberían comenzar a pensar y planificar rompiendo los esquemas del conformismo. Los chachapoyanos, deberían mirar a Luya y Lamud como las futuras ciudades sostenibles, los “bagüinos” a su zona rural para repoblarla. Urge, desconcentrar los servicios a la zona rural para evitar una seria crisis alimentaria en el futuro. Estamos permitiendo cambio de actividad económica. Cada vez se pierden tierras de cultivo por pasturas, se deja la papa y el maíz como el frejol, por leche y sus derivados. De tres personas, dos quieren vivir en la ciudad, con ello, al 2050, las ciudades serán más y los pueblos desaparecerán.

2 comentarios:

Segundo Mori dijo...

Lo que propone sobre las ciudades sostenibles, son una alternativa real a los problemas que se nos presenta a futuro. Entre Luya y Lamud, hay grandes extensiones de terreno que una vez lotizados, pueden servir para viviendas y descongestionar a Chachapoyas, que cada vez, se hace insostenible.

Santiago Lopez dijo...

Amazonas, tiene que tener otra mirada de desarrollo.
Se debe proyectar a un futuro real de 50 años.
Se tiene que pensar en las grandes migraciones europeas que se vienen.
Felicitaciones por el artículo.