lunes, 27 de junio de 2022

MACRO: MÁS ALLÁ DE LA EXPERIENCIA

Al canto del gallo y con los primeros rayos del sol de un junio extraño que no quiere dejar pasar las lluvias y el frío, agarramos la mochila con destino a La Magdalena. Después de casi tres años de encierro, el cuerpo quiere recuperar energía y la mente un motivo para seguir creando historias y compartir experiencias. Hace como siete años que no voy a la tierra de las “malachas y malachos” y quise cobrarme una revancha: conocer MACRO. Y vaya que es algo extraordinario.

CORDÓN UMBILICAL

Así como una madre tiende un puente, llamado cordón umbilical para que el hijo crezca en su vientre y nazca a la vida, lo mismo deben tener los pueblos para que se comuniquen, intercambien y vivan. Hoy por hoy, se viene construyendo una amplia carretera (asfaltada, que forma parte de una red vial) que fortalecerá la unión entre Chachapoyas, Levanto, San Isidro del Maino y Magdalena. Por esa ruta salimos, por esa ruta, una hora y media después, llegamos al destino previsto. Del frío intenso de Chachapoyas al calor y frescura de Magdalena, desde ya, es un cambio personal.



MÁS QUE CAMINOS

Después de un opíparo desayuno, invitado por el dinámico alcalde, Luis Tenorio, partimos a Macro, unas ruinas que llaman la atención de todo viajero cuando viaja por el Utcubamba y ve en las montañas piedras colosales, cual Atalayas, que nos miran desde tiempos milenarios.



Frente a mí, se abren graderías de piedras laja, miles de pasos abrán recorrido este espacio. Camino admirado por la limpieza del camino, los paraderos colocados para un descanso previo y depósitos para basura bien organizado. El camino inicial se complementa con arcos naturales que han dado forma las añejas plantas de Tara, adornados de Nopal o si lo quiere, llámelo, tuna, penca o palera, que reta al tiempo y al viento con caprichosas formas que motivan la curiosidad del visitante o miles de wicundos y silvestres orquídeas de color o alguna que otra flor lila, amarilla, roja o fucsia que te saludan al paso.



Bajas y subes pequeñas pendientes, unas te llevan cerca del río y escuchas su melodía cuando rompen sus olas y se chocan con las piedras en las orillas; otras, te suben para chocar con las neblinas de las mañanas y respiras aires nuevos, aires de tiempo, aires de sosiego para que después de media hora, estés frente a frente a muros de poca altura que dieron vida a MACRO, restos arqueológicos de los Chachapoya, probablemente construidas entre los años 1,100 y 1,300 D.C

MACRO

Debe ocupar las construcciones de Macro, un promedio de tres hectáreas, son casas de base circular con motivos romboides, mismo que son típicos en las manifestaciones artísticas de los Chachapoyas, tanto en arquitectura, cerámica, textiles y escultura. Las casas y torreones de Macro son edificios en buenas condiciones que hasta la fecha no han sufrido ni necesitado ningún tipo de restauración. Son piedras gruesas, pesadas y muy bien talladas. A vista de un observador primario como yo, parece que esas paredes de media luna que vemos del frente, fueron como base para construcciones de vivienda, que ya no se notan, pero sí se aprecia cuando uno camina sobre sus cimientos. Deben tener entre tres o cuatro metros quizá. Es simple pero muy bello, más cuando el entorno está lleno de colorido y al fondo se aprecia la pista que une a los pueblos de esta zona con Chachapoyas la capital de Amazonas y se puede disfrutar de la belleza que irradia el río Utcubamba, cuyo nombre se da en base a la existencia de gran cantidad de algodón que se producía en la zona en el Siglo XVI. Son construcciones que miran al horizonte donde en lo más alto se las montañas vecinas, se erige monumental como siempre la fortaleza de KUELAP.



Tan solo media hora ocupa de tiempo llegar a la zona desde la plaza de Magdalena. Media hora de paso lento. El camino está totalmente conservado. Es amplio y limpio. Se nota que hay un trabajo fuerte en la localidad para evitar que los turistas arrojen basura en el camino. Es quizá el lugar más adecuado para cualquier tipo de persona que tiene la pasión por la aventura de conocer cosas nuevas y atractivas.



De regreso, uno puede entrar en las chacras que están en las riberas del río, disfrutar de sus aguas que, dependiendo de la estación, tiene color a chocolate y en verano, totalmente esmeralda y cristalina, donde uno puede ver como viajan truchas o pegados en las piedras a las tan apetecidas “cashcas”. Puede disfrutar de caña, de guayabas, incluso de grandes paltas que hasta pueden llegar a pesar un kilo cada uno, puede cansarse de tomar tantas fotos le plazca ante la armonía plástica del lugar que desde el primer paso  se da. Uno camina rodeado de peñascos, de flores, orquídeas, pencas y nopal (con sus caprichosas formas) y arcos naturales que hinchan el pecho de emoción y orgullo por lo nuestro.





Es cerca del mediodía, llego a la plaza, me encuentro con Luis Tenorio, alcalde del lugar, me recibe con una jarra de guarapo. Lo tomo lento, muy lento. Mi cuerpo recibe la energía de los curacas del pasado. Revivo momentos ancestrales, recupero la fuerza, volteo para ver los caminos dejados y contemplar a lo lejos, un legado más que contamos en nuestra tierra, de una raza noble, gallarda, combativa que vive y vivirá siempre en el recuerdo de sus hijos del presente y futuro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un agradecimiento muy imenso , al escritor al amigo y promción introvertido Manuel Hamilton Cabañas López , por darse un tiempito para describir lo precioso de mi Magdalena quierida ,un abrazo ranita .

Anónimo dijo...

Manuelito que lindo comentario Sobre.Macro..Te felicito por tu hermosa dedcriovion,por las fotos. Graviasmil gracias.
Yolanda Lopez.

Anónimo dijo...

Así es tocayo, ésta es la mejor temporada para visitar el distrito de Magdalena y poder observar de su belleza turística