jueves, 17 de marzo de 2022

Los aguarunas y Chachapoyas


La historia de Chachapoyas, todavía tiene muchas páginas escondidas y que el tiempo, la dedicación, permitirá descubrirlo y ponerlo a juicio del público. En mi libro “HASTA EL TUÉTANO”, hago referencia de la creación de la SOCIEDAD DE PATRIOTAS DE AMAZONAS, integrado por personalidades de la época. Se abocaron a desarrollar expediciones para conquistar a los aguarunas y jíbaros que fueron muy reacios incluso con Tupac Yupanqui y con los conquistadores españoles.

Antes de ellos, hubo expediciones que no pasaron de tanteos, tales como:

·       1836. Primer proyecto de José Braulio Camporredondo, que no llega a concretarse.

·       1843. Expedición de Don Sebastián Fernández que no pasa de los preparativos.

·       1852. Expedición bajo el mando de Mariano Aguilar por Yambrasbamba, que resulta un fracaso.

La Sociedad de patriotas de Amazonas

 

El 12 de diciembre, el Obispo Pedro Ruiz inicia y preside la constitución de la Sociedad de "Patriotas de Chachapoyas", reconocida oficialmente por Decreto Supremo del 27 de octubre de 1859 firmado por el Mariscal Castilla (27-X-59). Acto continuo y personalmente, el mismo Obispo da comienzo a la expedición cuya crónica nos ha conservado Raymondi.

 

Antes del propio reconocimiento, el 27 de mayo, sale la expedición camino de Yambrasbamba, a donde llegará en dos días. Van 16 expedicionarios bajo el mando del Obispo. Recogidos en Yambrasbamba, trocheros y guías parten siguiendo el curso del Alto Chiriaco y en un punto indeterminado, seguramente cerca de Canga, abandonan el curso del río y siguen dirección N.E. hasta llegar al que los aguarunas llaman Numpatkaim y ellos rebautizan con el nombre de río Cristalino. El río debe estar crecido pues les permite continuar el viaje en balsa, aunque muy lentamente. Por fin, llegan al Nieva a la altura de la boca de Cachiaco.

 

El estado de los expedicionarios es lastimoso. La memoria de los viejos de Nieva ha reservado el nombre de "Obispo Tepemo” auna piedra en que, cuentan, el Obispo se tendió agotado. Las fatigas de la trocha y la falta de alimentos casi los acaba. Los mismos viejos “contaban que lloraban de compasión.

 

La bondad y el sincero respeto y cariño de Monseñor Ruiz se gana a los aguarunas que le dan toda clase de ayuda. El mismo obispo bautiza a unas sesenta criaturas. Los nombres de sus padres quedan anotados y la lista que los contiene nos proporciona el primer censo conocido de dos enteras comunidades aguarunas en los que podemos reconocer —pese a los errores de transcripción” los nombres de muchos viejos de cabeceras del Nieva fueron:

 

Utush , Uyungara, Santiago, Akachum, Mariano, Ukuncham, kukam, Ayamto, Ambúsh, Atamain, Unkuch, Kuja, Toyup, Nantip, Nayap, Shimpu, Cuimián, Ankoash, Santa, Antich, Kuunt, Chuwintan, Tantá, Daichap, Wishum. Wiracocha. Antun, Sushuí.

 

.. y otros son repetidos o irreconocibles. Entre las mujeres, distinguimos a unas Mamáis y una Tsatsupín.

 

Continuando con la expedición, tras cuatro días de bajada por el Nieva, llegan al Marañón. El 13 de octubre están en la boca del de Manseriche y allí la expedición se divide. El Sr. Schiedl y dos estudiantes entusiastas (¿seminaristas de Chachapoyas?) con un guía aguaruna se lanzan por agua en balsa a cruzar el pongo.

 

Monseñor Ruiz y el resto de los expedicionarios, por tierra, coronan el abra de Campanquiz y en un lugar que debió ser Saramerisa se juntan las dos expediciones. De allí en cuatro días llegan al varadero de Jeberos desde donde emprenden el regreso a Chachapoyas por Moyobamba. Al año siguiente (1860), el infatigable Obispo emprende una nueva expedición, pero enferma. Tiene que retirarse y fallece santamente el 29 de noviembre.

La actitud de Monseñor Ruiz hacia nuestros nativos queda retratada en la carta que escribe el Prefecto del Departamento el 13 de setiembre desde el Alto Nieva:

"Me es muy grato anunciar a US. que le dirijo esta comunicación la noche de este día en medio de los "salvajes" aguarunas que se hallan en torno de mi cama, conversando alegremente en su propio idioma y cantando al son de su dulce flauta, aunque mi corazón se halla cubierto de tristeza al contemplar la desnudez de ellos, la suma escasez de mis víveres para darles abundante comida y el frío que les afligirá el resto de la noche después que en el día hemos sufrido un fuerte y continuo aguacero al restituirme a este desierto por no ser gravoso a estos infelices cuya agricultura es mezquina, sin embargo de la fertilidad de los terrenos... Estos infelices me piden con insistencia herramientas de labranza, especialmente hachas y yo les ofrezco enviarlas tan pronto como sea posible”

Sin embargo, no todos los miembros de la expedición eran tan altruistas como Monseñor. Don Julián Torres, jefe de la Comisión Civil de la expedición, después de haber solicitado, como el Obispo, telas y herramientas de labranza para los aguarunas, deja caer al descuido esta significativa frase:

“La Sociedad de Patrones del Amazonas, muy convertida de la munificencia y filantropía de su Excelencia, no duda un instante que le acordará la protección y socorro que demandan aquellos desque muy luego proporcionarán brazos de que carecemos y que facilitarán la marcha del comercio y de la navegación que tanto necesitamos".

Este mismo año, 1859, el Sr. Baltazar Eguren vuelve a emprender el recorrido desde Yambrasbamba buscando mejor ruta. En la bajada del Nieva, entre grandes penalidades, vuelve a dividirse la expedición. Cuatro expedicionarios se dirigen al pongo por agua. El resto, con Eguren, se desvía, suben a los cerros y se extravían en la bajada. Por un río -no se sabe dónde ni cuál-, naufragan. Un expedicionario se ahoga y Eguren, destrozado, tiene que permanecer un mes entre los aguarunas. Luego, todavía mal repuesto, emprende el regreso por la vía de Yambrasbamba a donde llega el 18 de mayo de 1861.La expedición ha durado trece meses.

 

La actitud de los aguarunas se endurece

 

En 1862, una nueva expedición se organiza en Chachapoyas. Ahora, se irá en busca de las cabeceras del Cahuapanas al mando del Sargento Mayor, el ilustre Pedro Ruiz Gallo. No pueden llegar al río Cahuapanas, aunque creen haberlo divisado desde una loma y tienen que regresar. Les han faltado los víveres.

La expedición de 1870, tiene en realidad un doble objetivo. Una fracción al mando de Felipe Torres y, siguiendo las indicaciones de Eguren, buscará las cabezas de potro y Achiyacu. Otra, dirigida por el Ingeniero Wertheman, pretende bajar por el Utcubamba y, vía Bagua, a través de los pongos llegar a Manseriche. Wertheman, que viene de Moyobamba, es imperioso y trae una escolta armada. Se indispone con los aguarunas, los amarga. Luego, sufre una serie de frustraciones: le faltan los víveres; logra pasar Manseriche, pero la malquerencia del Prefecto de Iquitos, con el que se indispone también, hace que éste le mezquine los víveres... y se ve obligado a regresar por la ruta de Moyobamba. Mientras tanto, la otra expedición es atacada por los aguarunas y Torres con sus once compañeros mueren atravesados por las lanzas.

1882-1884. El camino del Marañón parece cerrado por los aguarunas y dos expediciones buscan las cabeceras del Cahuapanas, pero ambas, por falta de víveres, tienen que retroceder abiertas veinte leguas de trocha.

Tres años más tarde, el P. Visalot logra llegar al río Mayo. Lo desertan varios expedicionarios y, después de retroceder, los cinco que han quedado encuentran aguarunas amigos cuyo jefe, el Mun Antún les conduce hasta Cahuapanas.

 Fuente: Entre Pongos y montañas. J.M. Guivert

No hay comentarios: