Iquitos, se
convierte en el centro de la atención y se hace una torre de babel, donde se
hablaba decenas de idiomas: español, francés, italiano, mandarín, portugués,
inglés y las decenas de lenguas amazónicas. También se hace capital de las
razas. Ya no solo se veía caminar por las calles a los nativos que se mezclaban
con negros de las Bermudas que eran importados por los ingleses. Era un
arcoíris de colores donde predominaba el verde de la selva inhóspita, salvaje y
cómplice de muchas fechorías al amparo de la codicia.
Hasta
Iquitos, en canoas o piraguas llegaban los jibaros del Santiago, cruzando los
pongos de Manseriche y la cocha grande del Amazonas, llevando bolas de jebe de
ese oro blanco que hizo ricos a pocos y huérfanos a muchos. Desde la cabecera
de Nazareth, donde se centralizaba la producción del látex, se percibía la
riqueza y también las tragedias, ocasionadas por hijos de Amazonas y Cajamarca.
Antes de
Iquitos, era Moyobamba el centro del comercio, de allí que los intrépidos hijos
de Amazonas, tenían que involucrarse en este redondo negocio del caucho que
hacía muy ricos en corto tiempo. A este negocio lucrativo llegan a esta zona
selvática de Amazonas, Burga, natural de Chachapoyas y Yajamanco, quienes
libran enfrentamientos atroces donde mueren muchos jíbaros.
Amadeo Burga,
es un gran explorador y conquistador de los jíbaros de las montañas del
noroeste del Marañón y propietario de la hacienda de Nazareth y de los puestos
de La Merced, Perpetuo Socorro, Lourdes, Imacita y San Rafael. Es el primer
cauchero que se dedica a producir la shiringa en esta parte del Perú. Poco
tiempo después aparece un serio competidor, Fabriciano Yajamanco, un hacendado
de Jaén, propietario de la hacienda Charape en el río Tamborapa. Con sus
campesinos, se instala en Huambico y otra casa en la desembocadura del Cenepa.
La presencia
del competidor para Burga, genera en celo enorme, originándose una fuerte
rivalidad. Tiempos después se produce la matanza de Huabico, que es contada por
Lorenza, la hija de Fabriciano, quien es asesinado por jibaros, secuestrada la
hija y cortada las cabezas de muchos nativos.
En estas
reyertas, motivadas por los celos y el exceso consumo de cañazo, mueren dos
misioneros que venían de Iquitos, enviados por el Prefecto Apostólico de
Iquitos, quienes en partes oficiales, concluyen que esto fue ocasionado por la
rivalidad de ambos hacendados.
Fue un acto
salvaje que se recuerda aún oralmente, decenas de nativos formaron parte de
estos enfrentamientos que ocasionaron bajas entre jíbaros y awarunas.
Incendiaron haciendas, cortaron cabezas de grandes y chicos. Lorenza, fue
secuestrada. Por muchos años vivió esclava, la obligaron a casarse con un
jíbaro, convivió con ellos, hasta se olvidó del castellano y habló fluidamente
el idioma, las costumbres y tradiciones nativas. Ya adulta, fue recuperada por
su tío y separada de su hijo.
FUENTE:
Esta historia
resumida, ocurrió en Amazonas a finales del siglo XIX y contada ampliamente en un
intesante libro “ENTRE PONGO Y CORDILLERA" del padre, José María Guallart.
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