jueves, 28 de noviembre de 2019

¡Hasta siempre, doctor!



Ya han pasado muchos años que no pasaba por su casa. Alguno que otro fin de semana iba a su casa a tomar una cerveza o comprar una botella de agua para seguir con mi camino. Era criollo como él solo, conversador y “jerguero regionalista”. Lo conocía de muchísimos años. Era, en vida, padre de Marcela, una colega de trabajo muy querida por mi familia. He demorado en digerir, en entender que a “mi querido, doctor” ya no lo volveré a ver. Descansa, admirado  y querido “Chalaco”


Para ir al trabajo tengo que pasar ineludiblemente por su casa y era rutinario verlo parado en la puerta de su bodega, barrer la acera o con machete encima limpiar la maleza. ¡Doctor, no se apure, ya lo marqué su tarjeta!, me decía. Nos estrechábamos la mano y así se repetía en la mañana o por la tarde.
A Don Germán Mori Trigoso, lo traté con más confianza luego que en los años 90 nos internamos en la Sanidad. Él por razones de problemas de salud que lo llevaron a operar varias veces y yo por un tema muy anecdótico. Estuvimos tres días, suficientes para que me cuenta su orgullo de haber formado parte de los “guayruros” Guardia Civil. ¡Pucha, era de machos en los tiempos que fui policía! No había carreteras, los caminos eran trocha. ¡Ja, en esa época éramos respetaditos! Ni a los ojos no podían ver. Hoy, muy engreídos son, tienen todo fácil.

Cuando fui alcalde en la época donde no se ganaba sueldo (1981-1983), nuestro gran problema era el agua, haciendo faenas y limpiezas hicimos Ashpachaca, hemos abierto muchas calles para que la ciudad crezca. ¡El ocio es para los puites!, me decía. Él tenía su preocupación para que no se cierra la prolongación de Chincha Alta y que se haga el camino de prolongación hacia el Molino. Al parecer se respetó su voluntad. Le ayudé a preparar memoriales para hacerles firmar a sus vecinos. Conversábamos sobre el futuro de la ciudad, de su falta de identidad y respeto.

Fue un hombre muy íntegro y noble. Bravo para encabezar luchas a favor del pueblo. Muchas veces lo hemos visto encabezar marchas para que se mejore el servicio del agua, de la luz eléctrica, presidiendo ferias, en suma, un hombre muy dinámico e hiperactivo.


El 22 de noviembre por la noche, sufre una caída y se fisura la cadera, Con su peso y la edad, éste incidente aceleró su muerte y con él las enseñanzas, las historias y un paradigma local a seguir.
Su pelo encrespado, su bigote tipo lápiz, fino o poco poblado, su rostro firme y corajudo lo dejé de observar hace mucho tiempo. A principios de año lo vi por última vez. Entré a la bodega, pedí una gelatina, pagué con dos soles, lo miré y como ya no uso lentes gruesos de medida, no me reconoció, tampoco su esposa que buscaban dinero para el vuelto. A los 96 años, a cualquiera la memoria traiciona.

Los días no serán los mismos. La voz aguda, algunas veces fuerte y firme, su saludo entusiasta a todo vecino que pasa por la bodega se silenció y para siempre. Con su muerte, muere parte de una generación valiosa de nuestra tierra. Con su muerte, va con él, la humildad, el trabajo, el coraje y el servicio público. La muerte, tarda, pero llega, cerca al centenario de su vida, lo visitó y lo llevó. Donde estés y cómo estés, doctor, sé que estarás bien.

Hasta siempre, querido doctor, Germán Mori Trigoso "Chalaco". Vete marcándome la tarjeta en el cielo.


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