Ya han pasado muchos años que no
pasaba por su casa. Alguno que otro fin de semana iba a su casa a tomar una
cerveza o comprar una botella de agua para seguir con mi camino. Era criollo
como él solo, conversador y “jerguero regionalista”. Lo conocía de muchísimos
años. Era, en vida, padre de Marcela, una colega de trabajo muy querida por mi
familia. He demorado en digerir, en entender que a “mi querido, doctor” ya no
lo volveré a ver. Descansa, admirado y querido “Chalaco”
Para ir al trabajo tengo que pasar
ineludiblemente por su casa y era rutinario verlo parado en la puerta de su
bodega, barrer la acera o con machete encima limpiar la maleza. ¡Doctor, no se
apure, ya lo marqué su tarjeta!, me decía. Nos estrechábamos la mano y así se
repetía en la mañana o por la tarde.
A Don Germán Mori Trigoso, lo traté
con más confianza luego que en los años 90 nos internamos en la Sanidad. Él por
razones de problemas de salud que lo llevaron a operar varias veces y yo por un
tema muy anecdótico. Estuvimos tres días, suficientes para que me cuenta su
orgullo de haber formado parte de los “guayruros” Guardia Civil. ¡Pucha, era de
machos en los tiempos que fui policía! No había carreteras, los caminos eran
trocha. ¡Ja, en esa época éramos respetaditos! Ni a los ojos no podían ver.
Hoy, muy engreídos son, tienen todo fácil.
Cuando fui alcalde en la época
donde no se ganaba sueldo (1981-1983), nuestro gran problema era el agua,
haciendo faenas y limpiezas hicimos Ashpachaca, hemos abierto muchas calles
para que la ciudad crezca. ¡El ocio es para los puites!, me decía. Él tenía su
preocupación para que no se cierra la prolongación de Chincha Alta y que se
haga el camino de prolongación hacia el Molino. Al parecer se respetó su
voluntad. Le ayudé a preparar memoriales para hacerles firmar a sus vecinos. Conversábamos
sobre el futuro de la ciudad, de su falta de identidad y respeto.
Fue un hombre muy íntegro y noble.
Bravo para encabezar luchas a favor del pueblo. Muchas veces lo hemos visto
encabezar marchas para que se mejore el servicio del agua, de la luz eléctrica,
presidiendo ferias, en suma, un hombre muy dinámico e hiperactivo.
El 22 de noviembre por la noche,
sufre una caída y se fisura la cadera, Con su peso y la edad, éste incidente
aceleró su muerte y con él las enseñanzas, las historias y un paradigma local a
seguir.
Su pelo encrespado, su bigote tipo
lápiz, fino o poco poblado, su rostro firme y corajudo lo dejé de observar hace
mucho tiempo. A principios de año lo vi por última vez. Entré a la bodega, pedí
una gelatina, pagué con dos soles, lo miré y como ya no uso lentes gruesos de
medida, no me reconoció, tampoco su esposa que buscaban dinero para el
vuelto. A los 96 años, a cualquiera la memoria traiciona.
Los días no serán los mismos. La
voz aguda, algunas veces fuerte y firme, su saludo entusiasta a todo vecino que
pasa por la bodega se silenció y para siempre. Con su muerte, muere parte de
una generación valiosa de nuestra tierra. Con su muerte, va con él, la
humildad, el trabajo, el coraje y el servicio público. La muerte, tarda, pero
llega, cerca al centenario de su vida, lo visitó y lo llevó. Donde estés y cómo
estés, doctor, sé que estarás bien.
Hasta siempre, querido doctor, Germán Mori Trigoso "Chalaco". Vete
marcándome la tarjeta en el cielo.
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