lunes, 22 de abril de 2019

Alan o Alan ¿El APRA será?




No puedo negar que provengo de una familia muy ligada al APRA. Ese partido del cuál mi padre formó con orgullo, fue perseguido, amenazado con prisión y excomulgado de la vida civil por más de cinco años, tiempo que estuvo “fugitivo” de una justicia emotiva, irracional antes que real.

No puedo negar que Alan García, hizo de la política un instrumento excelso para convertir las ideas y los discursos en euforia colectiva. Lo recuerdo en el parlamento, lo vi de cerca por reiteradas veces, hasta tuve el privilegio de entrevistarlo por 35 minutos para la televisión de Amazonas, a modo de exclusiva y no creo que haya otro colega haber hecho eso.

Seguro, empático, persuasivo, exageradamente carismático y culto al extremo. Podías improvisar preguntas y encontrar respuestas para todo. La vez que conversamos en su fortín de Paseo de la República, vi más que un liderazgo mesiánico dentro del APRA, miré a un hombre que por cualquier acto tendría que haber sido sujeto de controversia. Me quedo con ese Alan.

En una parte de dicha entrevista, recuerdo muy bien que me dijo y por medio mío a los amazonenses: “Uno puede ser vil de diferentes maneras. Yo quiero serlo, por defender mis ideas”. Esa defensa corporativa que tuvo frente al APRA, su reafirmado principio de inocencia y ya su célebre frase “otros roban, yo no”, pasarán a la historia, como él dentro del partido fundado por Haya de la Torre.

El APRA sufre un duro golpe en su organización. Uno como él se hace irremplazable, pese a que la prensa amarilla trata de hacer desde hoy a Federico Danton como el elegido. El APRA tiene la gran oportunidad de lavarse, desintoxicarse y purgarse por dentro. La imagen de ALAN, siempre será la misma y asociada a la corrupción, además de: inflación, masacres, violaciones a derechos humanos, al baguazo y un ego colosal. El APRA, tiene una gran tarea interna de des-alanizar al partido, pero también de des-castillizarse, des-mulderarse, des-quesadadizarse, es decir DESHACERSE de todo político maltrecho y      que lleva el sello del oprobio y oportunismo que lo han convertido al país, un botín de oportunidades para lo ilícito.

El APRA, como partido, además, si bien es cierto su filosofía del “espacio-tiempo-histórico” lo mantiene vigente y todo acto de modernización implica innovarse, le toca, regresar a sus raíces para que los pañuelos blancos, estén realmente de ese color y quede limpio de todo pasado que lo mancha y lo persigue. El APRA, ya debe dejar su SEASAP, su idolatría al pasado y a las personas, para entender que las ideologías no se manchan, no se prostituyen, más bien se construyen con acciones.
Después de Alan, el partido del pueblo debe compungirse con el pasado y rediseñar su estrategia política, si es que no quiere perder vigencia histórica.

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