lunes, 18 de marzo de 2019

Gestión del territorio: salida al desarrollo de Amazonas



“Aquel que abarca mucho, poco aprieta”, reza un dicho muy popular en el mundo de habla hispana; es decir, el querer “acaparar” todo no resulta efectivo, menos productivo, tanto a nivel individual como colectivo, motivo por el cual pocos resultados concretos se logran en un tiempo determinado. El “acaparar” todo se traduce en hacer de todo un poco al mismo tiempo y prolongar los resultados que al final afectan a tu entorno y a la sociedad. De allí que es clave el enfoque en la planificación.


Amazonas, nuestra tierra, en sus 187 años de vida como territorio, pese a sus grandes potencialidades sigue sumido en la marginalidad. Su 1.6 de PBI según el Banco Mundial (medido en base a la productividad y exportaciones) y sin contar con la fuga de producción que se factura en Jaén y Chiclayo, lo hace poco viable todavía para avanzar en su sostenibilidad.  Amazonas como tal, sigue siendo una caja de Pandora por las desacertadas decisiones tomadas en los años que lleva como departamento.

Los 20 primeros años, fueron nefastos para Amazonas. Desde 1855 hasta 1933 padeció de enfrentamientos políticos en base al caudillismo que a su antojo fracturaron el departamento, invirtieron energía en la venganza antes que en obras y acciones que proyecten su desarrollo, de allí que entrados los años 80, recién “descubren” que es mejor y estratégico crear dos provincias: Utcubamba y Condorcanqui para gobernarla con autoridades más cercanas a su realidad. Desde el 2003 al 2018 se han hecho inversiones de los cuales, muchas ya resultan obsoletas o no cumplieron su propósito, generando gasto en dinero y oportunidades perdidas.

En ese contexto ¿para qué ordenar y aplicar la planificación territorial? Primero porque nos permite, mediante voluntad política y pública, intervenir y seleccionar, escoger entre diversas alternativas de uso de un territorio para priorizar inversiones que permitan acelerar el desarrollo espacial, para lo cual se tiene que tener condiciones como:
1. Uso alternativo del suelo.
2. Existencia de criterios sobre los usos más convenientes (ambientales, económicos, territoriales) de cara a alcanzar una finalidad social determinada.
3. Tener capacidad política para impulsar la alternativa seleccionada
4. Principio de jerarquización que nos permita identificar las oportunidades que tenemos ante el entorno.
Amazonas tiene una peculiaridad que muy bien lo puede convertir en una potencia nor amazónica, si es que le damos valor a su ubicación geopolítica como “departamento bisagra” entre la costa y selva peruana. Es el territorio de mayor cantidad de recursos turísticos y es mega diverso, que urge administrarlo mediante la planificación territorial sin calco ni copia, menos imposiciones desde Lima.

Si comenzáramos a invertir en el turismo, gestando, creando, “inventando” rutas y circuitos turísticos que permita la integración cultural, histórica, ecológica, costumbrista de nuestros pueblos podremos hablar de desarrollo. Este rubro es la mejor carta de presentación ante el mundo que tenemos.
Si enfocáramos las inversiones en este rubro, tengo la seguridad que para el 2038, habremos erradicado la pobreza extrema, la anemia, desnutrición y las iniquidades en el territorio, ya que, invirtiendo en proyectos de esta naturaleza, generaremos ingresos, éstos, mejorarán la calidad de vida y, por ende, seremos vistos de otra manera en el futuro.
Solo falta, visión, compromiso, dejar de hacer cosas coyunturales y pensar en grande. Solo eso.   

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