¡Bienvenidos al zoológico! Escucho decir
a Jorge. ¡Choquen pa la salida!, dice, Pinedo. Al fondo se aparece una figura
robusta, con la misma risa picara pero sin pelo en la cabeza. ¿Quién ese ón?.
Tardamos en reconocerlo. Era el “negro” Calderón. Caballero, callado y
zanahoria, Jesús, que vino de Chiclayo, reía ante tanta ocurrencia. Con su
clásico portuñol, Raúl, deja su mandil y se une a la chacota. Fuimos 120 el año
81. Varios fallecieron. Actualmente 43 estamos en contacto permanente. Han pasado
37 años y parece como si fuera ayer el habernos visto de nuevo.
Integro la Promoción “Javier Heraud
Pérez” 1981 del Colegio “San Juan de la Libertad”. Formo parte de un grupo
numeroso de amigos, compañeros, patas que con ilusión nos abrazamos al salir
del colegio y hoy con pasión y añoranza nos abrazamos con la fuerza que te da
la vida.
Habíamos programado desde hace seis
meses, el tiempo pasó tan raudamente que muchos se quedaron con las ganas y
otros sin invitación aparecieron de la nada. Hemos vuelto a ver nuestras caras,
recordar nuestras vivencias, saber que los que ayer jodían, siguen siendo los
mismos y no pierdan la chispa juvenil. Que cada uno cuando conversamos ya
estamos hechos y derechos. Unos son empresarios, otros docentes exitosos,
profesionales independientes, policías, otros tantos, servidores públicos.
Las redes que integran.
Al inicio, “Terry”, “Pinocho” y “la
rana”, intercambian notas en las redes a fin de compartir información entre
patas, luego se incluyen poco a poco y cada integrante motivaba a otro que lo
haga. Hoy somos 43. Como es natural no todos disponemos de los tiempos, pero sí
de los mismos sentimientos que hacen que esa llama de la amistad se fortalezca
permanentemente,
Estas redes, hizo que en Lima se reúnan
los que pueden, incluso de gran ayuda fue estar prestos para apoyar a otros
compañeros como se hizo con “Zorro” Enmanuel. Otros, están fuera del Perú, pero
es como tenerlos cerca con el intercambio de información, chacotas y temas que
son de interés grupal.
El reencuentro
De diferentes esquinas de la
ciudad, uno a uno comenzaba a llegar a la canchita de fulbito del colegio. Los “visitantes”
con los locales era el pacto, supuestamente hubo mucho entrenamiento en ambos
equipos, pero al final los resultados fueron apabullantes. Al margen de todo,
ver a : “Shomoroco”, “Nosfetaru”, “Fantomas”, “Olluco”, “Carnero”, “Chancho”, “Burro”,
“La Señorita o Chiky”, “Terry”, “Pinocho” entre otros de por sí era una gran
cosa. Poco a poco fueron aflorando los recuerdos y las anécdotas, a viva voz de
dejaron los nombres para dar paso a las “chapas”. De allí que a mi promoción lo
decimos zoológico, jajajaja, ya que la mayoría tienen chapa de animales.
Del almuerzo típico compuesto por
variedad de locros, cuyes o cecina y los tragos regionales, pasó a la nostalgia
al recordar a los amigos que se fueron. Ya son como 10 que vigilan nuestros
pasos y poco a poco dejaremos de ser muchos para ser pocos y al final nada. Recordamos
a nuestros profesores y profesoras. Los viejos salones del INEI, de nuestros
viajes de promoción a Cajamarca, de los bidones de leche que tomamos entre
Leymebamba y Celendín. También de las “hembritas” de la “Virgen Asunta”. En
cada gesto, en cada palabra, en cada mirada, veía en mis amigos la inmensa
alegría de este reencuentro.
La cereza de la torta
Luego acudimos al llamado de Edgar
Bardales quien entusiasmado nos esperaba en Molinopampa. Una taza de leche
cremosita recién salido del chucho de la vaca nos da la bienvenida y el tono de
un melodioso acordeón fortalecía este reencuentro. Entre todos los
participantes hemos pasado los mil años. Años de experiencia, años de
recuerdos, años bien andados en nuestras existencias.
Fuimos al “Colpar” una zona con
muchas potencialidades turísticas, un almuerzo consistente en truchas y cecina
de carne, luego presenciar de un partido de fútbol en el coloso de “Matute”. Es
estadio estaba muy poco concurrida, pero el show estaba en las tribunas por la
orquesta que armó la jarana: un acordeón que no dejaba de brotar melodías tan
viejas como nuestras vidas, en bombo que no sabía a que acompañaba y un huiro
que solo hacía “requen requen” pero de compás absolutamente nada.
Hubo discursos y poemas de
agradecimiento. Me atreví hacer uno que lo comparto con cada uno de ellos:
Amigo
No sé si es el destino,
el momento que nacimos
o el pueblo en que vivimos.
Amigo
Se fue con el tiempo
los cuadernos y la pelota de trapo,
las clases de álgebra, la pintura y de historia.
Amigo
Dejamos las aulas y el uniforme gris de la escuela,
hoy vestimos como nos da la gana.
Sin una regla en la espalda,
menos un corte de pelo y
tampoco de uñas y el zapato lustrado.
Amigo
Ves que ya tenemos canas,
que también ya somos menos,
tampoco los mismos.
Ayer fuimos un pasado de gozo,
hoy un presente marcado
por el recuerdo y los lauros.
Amigo
Ya vivimos nueva etapa y nueva piel.
Vivimos por lo que fuimos, somos y seremos.
Somos ese ramo florido de una amistad
que no pierde su aroma.
Amigo
Hoy es tu hombro y mí hombro,
tú mano y mí mano,
tú abrazo y el mío.
Sigamos con orgullo celebrando lo que somos:
amigos, siempre amigos.
Y así pasaron los años y el reencuentro. Así pasan los sueños y también
las esperanzas. Lo mejor de todo es que hemos vuelto a la vida, a renovar los
votos de amigos. A refrescar la memoria de aquellos años maravillosos.
Hemos vuelto a vivir, a reír y cantar.
Hemos vuelto a ser AMIGOS ETERNOS, ETERNOS AMIGOS
1 comentario:
Felicitaciones Manuel, buen relato que resumen un shunto de años de vivencias y que bueno que siempre resalte esa invalorable palabra AMIGO.
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