Quizá al mando del timón de un
vehículo, como pasajero, caminante y viajero has visto en los valles y montañas
una serie de plantas, entre ellas inmensos arboles que tienen decenas de años y un ¡wau! Sale de
tu interior a modo de admiración, pero solo valoras el resultado ¿te pusiste a
pensar quien o quienes tomaron esa decisión? ¿El que sembró el bosque estará disfrutando los resultados como tú?.
Te cuento una historia:
“Humberto ve a un anciano en el
desierto todo sudoroso y le pregunta ¿Qué haces aquí, con este calor y esa pala
en las manos? Sembrando dátiles. ¿Estás loco, viejo? ¿El calor te dañó la
cabeza? Deja eso amigo y vamos a beber una copa de licor. El anciano, niega la
invitación y sigue sembrando. Humberto, camina se pone al frente del anciano,
le toma de los hombros y le pregunta ¿Cuántos años tienes? No sé, sesenta o
setenta. No sé ¿te importa?
Mira amigo le dice Las
datileras tardan más de cincuenta años en crecer, y sólo cuando se convierten
en palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no te estoy deseando
el mal, y lo sabes. Ojala vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que
difícilmente podrás llegar a cosechar algo de lo que hoy estás sembrando. Deja
eso y ven conmigo.
El anciano, mirando al
horizonte le contesta. Yo he comido los dátiles que sembró otro, otro que
tampoco soñó con comer esos dátiles. Yo siembro hoy para que otros puedan comer
mañana los dátiles que estoy plantando… Y aunque sólo fuera en honor de aquel
desconocido, vale la pena terminar mi tarea”. Esto se llama
planificación.
Lamentablemente, pese a que
estamos en el Siglo XXI seguimos planificando a demanda y a intereses
personales o de grupo sin comprender que el futuro es lejano y distinto.
Distinto propio de la evolución y lejano porque los resultados de los gestos,
de las ideas no son de un día para otro; es a largo plazo, más si con ello se
busca la satisfacción de la comunidad.
La planificación, como lo dice Jiménez, 1982: “es
un proceso de toma de decisiones para alcanzar un futuro deseado, teniendo en
cuenta la situación actual y los factores internos y externos que pueden
influir en el logro de los objetivos”, por lo tanto, no es un hecho
circunstancial. No es solo aspiración, es determinación cuyos resultados (como
los dátiles) no lo veremos, pero si lo disfrutaran las nuevas generaciones que
poblarán nuestra región.
Por eso, vuela, sueña, planea.
El futuro es de aquellos que tienen alas e ideas para ser libres y vivir con
tranquilidad.
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