martes, 8 de mayo de 2018

Elecciones 2018, más que votos.


Con el paso de los días, podremos, sabremos quienes intentarán llegar a ocupar los cargos de gobernador, consejeros, alcaldes y regidores en Amazonas y con ello, cuatro años de esperanzas o de decepciones, de logros o protestas, de fiesta o luto, de euforia o impotencia. Los cuatro años que vienen, se juegan más que simples votos.

Se juega la integridad del territorio, porque se siente, se percibe, se escucha desde hace más de una década la polarización entre el Norte y el Sur. Son voces que salen de gargantas roncas de tanto gritar una exclusión que no existe, pero que no se dimensiona en toda su intensidad. Y no podrán ser atendidos siempre que se siga aplicando una política presupuestal totalmente desarticulada del desarrollo del territorio.

Se juega el partido contra la pobreza, la anemia, la desnutrición, y para ello, no se trata de convocar a Farfán, Guerrero o Cueva, se trata de elegir las mejores propuestas y planes de gobierno que nos digan cómo hacer competitivo a Amazonas. Nuestra región, es uno de los pocos departamentos que tiene: 1 200 recursos turísticos, 47% de las todas las aguas que bañan el Perú, cerca del 50% de las aves endémicas de la nación, tenemos legados religiosos, arqueológicos y naturales. Contamos con reservas de petróleo, oro, plata, zinc y por sobretodo, talento desperdiciado de su gente, que por falta de “tomar en cuenta” fugan y nunca regresan.

Un punto gravitante es la educación regional que debe responder a las necesidades de formación profesional de acuerdo a las necesidades del mercado laboral y del desarrollo económico, social, cultural y que respondan a las necesidades de la región. Una educación que deje de ser experimental para ser utilitaria para la vida.

Se juega el salto cualitativo de Amazonas, porque mucho dependerá de las estrategias e ideales en los programas de gobierno para  vencer las inequidades y desigualdad en los servicios básicos del departamento. Eso conlleva a la alta tasa de migración interna, generando la focalización del desarrollo en determinados puntos de expectativa social y humana, postergando la misma en zonas rurales que poco a poco vienen quedando como fantasmas ante la falta de oportunidades. Hay que rediseñar el planeamiento político del territorio, el cual debe permitirnos identificar nuestros “nichos de oportunidad” y sembrar las bases de un desarrollo transversal.
Se juega el nombre y la historia, porque a lo largo de la existencia de Amazonas y sus provincias, fuimos y somos herencia primigenia de pensadores, científicos, guerreros, héroes y precursores que dejaron como legado, seguir con ese apostolado. En el pasado quedan los Rodríguez de Mendoza, los Andueza, los Rimachi, los Guimoy, los Sachapuyo, los Chillaos, los jibaros, quedan también el legado de nuestros tatarabuelos, abuelos y padres. Queda el tiempo y la fe también.
Y lo mejor, se JUEGA NUESTRA DIGNIDAD. No podemos rifarlo a la Yan Ken Po, a las escondidas o al cachaco y ladrón, tampoco a quien da más. Se pone en juego tus sueños desde cuando eras niño, la de tus hijos si eres padre, la de tus padres que vieron en ti un potencial, la de tu familia, de tu futuro, de tu existencia. Se juega nuestra felicidad y bienestar. Amazonas, se juega la vida. No lo chuces, no la despedaces, no la fractures, no la hagamos sangrar.
Se juega también, LA RAZÓN o la INDIFERENCIA.

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