¿Se ha puesto a pensar que en
nuestras manos está la elección del presidente histórico del Perú? ¿Qué tenemos
en nuestro DNI la última opción para dejar de ser un país bananero y que se
comience la fundación de una nueva república? Pues sí, compatriota, en estas
elecciones de abril, no solo elegiremos a un nuevo presidente, el número 75
para ser exacto, elegiremos al último que tiene en sus pensamientos e ideas, la
preparación de un nuevo país, post bicentenario.
Pese a que vamos a cumplir 200
años de independencia el 2021, todavía vivimos los peruanos esclavos de nuestra
ignorancia y de nuestras ofuscadas emociones que se refleja en la fragilidad de
nuestra democracia interna, la codicia por el poder de personas que no saben ni
porque lo buscan y de una masa humana que aplaude, grita, canta y reacciona
solo por el dinero.
Es tan frágil nuestro sistema político,
que más de 20 candidaturas se presentan a la presidencia defendiendo uno que
otro ideal y en el fondo, saben que buscan en una segunda vuelta, acomodarse en
el poder. De todos ellos, tres o cuatro deberían ser tomados en cuenta, no solo
por su experiencia política; también por sus ideas.
El Perú, como doctrina, como
esperanza, sin ser raza distinta, es un país de muchos privilegios
territoriales, de riquezas inigualables que no han sido aprovechados en su real
dimensión, pero si utilizados para la gula, el enriquecimiento, la corrupción
y la codicia, tal como lo dice la historia: Pagina 11, Petro audios, Narcoindultos, Ecoteva,
agendas, maletas a Japón, narco avión, Lava Jato, y miles de etcéteras.
¿Queremos más de lo mismo? Creo
que sí, ya que tal como dicen las encuestas, seguimos apostando por la misma
filosofía y acción: Voto a cambio de regalo o de plata como cancha, dejando de
lado las ideas, las propuestas, los planes que necesita un país para crecer,
para ser mejor y para dejar de ser una republiqueta sudamericana.
Quizá no tenga, la autoridad, el
nivel o consideraciones del caso para decirles cómo y por quien votar, porque
eso es una cuestión de conciencia regulada por nuestros prejuicios y
ambiciones; pero sí puedo decirles que no permitamos que el Perú se joda como
hasta ahora, Elijamos no entre el mal menor o roba y hace obra, peor porque
tiene plata. Votemos por la persona que promete hacer las cosas bien y que
dentro de sus planes tienen ese motivo para hacerlo.
No quiero, personalmente ser un Pilatos
político y lavarme la mano. No quiero ser cómplice del futuro de mi patria.
Cada elección he votado de una manera diferente y por razones antes que
emociones. Esta vez haré lo mismo. Votaré por alguien que no me pinte pajaritos
en el aire, por alguien que sienta al Perú como yo lo siento, por alguien que
me ofrezca cambiar el rostro humano del país, por alguien que merezca el honor
de ser el presidente del bicentenario de mi país.
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