martes, 15 de septiembre de 2015

¿Vendedores de humo o estamos recuperando la confianza?

Todos estamos asistiendo directa e indirectamente a una maratón de informaciones que nos pone en vilo y como si fuera una telenovela nos preguntamos ¿Y qué pasará mañana? Estamos viviendo tiempos, donde la globalización de las comunicaciones cumple un papel más que trascendente, pero al mismo tiempo minimizado por la credibilidad pública.


En ese proceso de credibilidad, surge la frase “vendedores de humo” o “cortinas de humo”, muy bien aplicadas por el aprismo entre el 85 y 90 y al parecer, extraordinariamente bien aprendidas por el nacionalismo. Estas estrategias, son elementos distractores para orientar la atención de los públicos hacia temas determinados y dejando de lado lo trascendente. Y lo trascendente ahora es, más que las agendas, más que las capturas, más que los narco indultos, más que un presidente saco largo, más que un cardenal copión, es que ESTAMOS VIVIENDO EN UN PAIS que está tocando fondo en materia de INSTITUCIONALIDAD.

Estamos viviendo en un país donde todo se compra y todo se vende. Estamos viviendo en un país, donde el valor de la palabra VERDAD no existe y es reemplazado por el chantaje. Estamos en un país, donde la conciencia del bien común viene dando paso a “Agarren todo lo que se puede porque no tendremos otra oportunidad”. Es decir, estamos viviendo en un país que se fracciona a pedazos y difícil, muy difícil que encontremos un salvador para que coloque cada pieza en su lugar.

Por eso y porque el nivel de desconfianza con nuestras instituciones es paupérrima, es que todo lo que se hace o se diga es “humo”. Humo que intoxica, humo que sofoca, humo que empaña, humo que nubla la gobernabilidad de un país otrora envidiado por el mundo económico; hoy incierto, al extremo que un golpe de estado se cierne a media voz en las esferas del poder.

Los golpes a la delincuencia, a mi juicio, deben ser valorados. Eso es un indicio que algo está cambiando y es una llamada a todo que delinque que tarde o temprano sobre o debajo de la cama, será capturado. Nos dice también que nuestra Policía Nacional, tiene ese deseo de recuperar la confianza de su población, pero pena da, cuando esos esfuerzos no son reconocidos por la clase política, que usa cualquier argucia para minimizarlo.


Termino. Sin la confianza en las instituciones. Sin un proyecto país, todo lo que se toque o diga será “humo” en el Perú. Y gran parte de esa humareda la generamos todos los peruanos porque vivimos de emociones, antes que de razones.

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