lunes, 18 de mayo de 2015

En Amazonas: ¿Somos pobres realmente?

En el mundo de la economía, de los analistas sociales, estadísticos y científicos sociales se desarrolla permanentemente una serie de variables para poder entender el tema de la pobreza en el mundo y como desde la planificación e inversión, ésta (la pobreza) puede disminuir de a pocos.

Entre el 2009 y 2012 se recrearon los mapas de pobreza en el Perú, donde más de la mitad del país figuraba en el manoseado color rojo; es decir, en situación crítica. En ella aparecen 38 distritos de Amazonas entre pobres y pobres extremos o mejor dicho, ubicados en los quintiles uno y dos (1) y a todo esto tendríamos que sumarlo los Índices de Desarrollo Humano (IDHe), donde miden a la pobreza estructural, monetaria y social por servicios y oportunidades.

Juan Atanasio Choquehuanca, es un campesino ayacuchano que vive a 3,500 metros sobre el nivel del mar, acompañado por su esposa y un hijo menor, los otros hijos ya mayores viven en la ciudad. Juan soporta el frio de las nevadas, vive del pastoreo y casi siempre como papas, maíz y carne de llama, Su casa es de piedras como tapial, el techo de paja y es considerado en extrema pobreza”

Mientras en Amazonas, Julio Mendoza López, vive en Cocabamba, tiene una casa de adobe con techos de teja, patio grande, una cocina a leña, sobre ella la carne está ahumada y cientos de mazorcas de maíz se secan para semilla, tiene una chacra de cinco hectáreas con paltas, naranjas, lima, pepino (que se pudren por la abundancia) y cría su ganado, sus gallinas, patos y chanchos y también está considerado como extremo pobre.


Si hacemos una comparación, ejercicio que quiero que lo haga en base a su realidad local, comprenderemos que esa famosa pobreza extrema no puede ser comparado en frías cifras con otras condiciones de vida de pobladores en el resto del país que por su ubicación, acceso, viven en un franco proceso de exclusión social y de vulnerabilidad

Una persona vulnerable es aquella cuyo entorno familiar-relacional, socio-económico y/o político-administrativo padece alguna debilidad como consecuencia de la cual se encuentra en una situación de riesgo Intervienen diferentes factores personales y sociales que interaccionan entre sí de una manera singular.

Pero esa interacción tal parece que no es real y es pura teoría, ya que a la luz de la verdad, cada vez esa pobreza de la estadística se sigue incrementando a nivel nacional. En Amazonas, pese a la millonaria inversión del Estado para combatir la pobreza, ésta se sigue incrementando, mientras que la mano de obra rural está en proceso de baja; es decir, hay menos peones, hay menos labradores porque la facilidad del acceso al dinero de los programas sociales, vienen haciendo de nuestra gente, totalmente dependientes de la protección del estado y si su focalización no es adecuada, mal segmentada, seguiremos siendo cada vez más pobres. Pobres en las cifras, pobres en el papel, pobres según los científicos sociales.


En este contexto, para terminar mi comentario – muy personal y discutible por cierto- es fundamental que se asuma rectoría en la gobernanza pública en todos los niveles de gobierno, sea regional o local e intervenir en la supervisión de los programas sociales nacionales que invierten en nuestro territorio a fin de conocer la cantidad y calidad de la distribución y validar su efectividad no monetaria, sino de asistencia y si es que ésta llega realmente a los más vulnerables y necesitados. Adicionalmente, contar con instrumentos validados para reorientar la inversión pública mediante la articulación en nuestro territorio para caminar a un solo objetivo.

Toda inversión es buena, pero será mejor si es que se prioriza en base a demandas y necesidades estratégicas y territoriales, porque si queremos satisfacer a todos, el dinero nunca alcanza, si se efectiviza la inversión en obras de impacto, conectividad, acceso a mercados y mejora cualitativa de la población, la pobreza “científica” disminuiría considerablemente y realmente nuestros ojos vendados se abrirán y verán la riqueza escondida y poco valorada que tenemos los amazonenses en nuestro alrededor y que lamentablemente no son tomados en cuenta para valorar a una población. Es hora de romper paradigmas y dejar de pensar como pobres y apostar a que somos incomparablemente ricos en otras variables o indicadores y quizá hasta en tendencias.
Finalmente acuño esta frase escuchada de un amigo: “ Seguimos pensando como mano de obra y no como mente de obra”



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