En el
mundo de la economía, de los analistas sociales, estadísticos y científicos
sociales se desarrolla permanentemente una serie de variables para poder
entender el tema de la pobreza en el mundo y como desde la planificación e
inversión, ésta (la pobreza) puede disminuir de a pocos.
Entre el
2009 y 2012 se recrearon los mapas de pobreza en el Perú, donde más de la mitad
del país figuraba en el manoseado color rojo; es decir, en situación crítica. En
ella aparecen 38 distritos de Amazonas entre pobres y pobres extremos o mejor
dicho, ubicados en los quintiles uno y dos (1) y a todo esto tendríamos que
sumarlo los Índices de Desarrollo Humano (IDHe), donde miden a la pobreza
estructural, monetaria y social por servicios y oportunidades.
Juan
Atanasio Choquehuanca, es un campesino ayacuchano que vive a 3,500 metros sobre
el nivel del mar, acompañado por su esposa y un hijo menor, los otros hijos ya
mayores viven en la ciudad. Juan soporta el frio de las nevadas, vive del
pastoreo y casi siempre como papas, maíz y carne de llama, Su casa es de
piedras como tapial, el techo de paja y es considerado en extrema pobreza”
Mientras
en Amazonas, Julio Mendoza López, vive en Cocabamba, tiene una casa de adobe
con techos de teja, patio grande, una cocina a leña, sobre ella la carne está
ahumada y cientos de mazorcas de maíz se secan para semilla, tiene una chacra
de cinco hectáreas con paltas, naranjas, lima, pepino (que se pudren por la
abundancia) y cría su ganado, sus gallinas, patos y chanchos y también está
considerado como extremo pobre.
Si
hacemos una comparación, ejercicio que quiero que lo haga en base a su realidad
local, comprenderemos que esa famosa pobreza extrema no puede ser comparado en
frías cifras con otras condiciones de vida de pobladores en el resto del país
que por su ubicación, acceso, viven en un franco proceso de exclusión social y
de vulnerabilidad
Una
persona vulnerable es aquella cuyo entorno familiar-relacional, socio-económico
y/o político-administrativo padece alguna debilidad como consecuencia de la
cual se encuentra en una situación de riesgo Intervienen diferentes factores
personales y sociales que interaccionan entre sí de una manera singular.
Pero esa
interacción tal parece que no es real y es pura teoría, ya que a la luz de la
verdad, cada vez esa pobreza de la estadística se sigue incrementando a nivel
nacional. En Amazonas, pese a la millonaria inversión del Estado para combatir
la pobreza, ésta se sigue incrementando, mientras que la mano de obra rural está
en proceso de baja; es decir, hay menos peones, hay menos labradores porque la
facilidad del acceso al dinero de los programas sociales, vienen haciendo de
nuestra gente, totalmente dependientes de la protección del estado y si su
focalización no es adecuada, mal segmentada, seguiremos siendo cada vez más
pobres. Pobres en las cifras, pobres en el papel, pobres según los científicos
sociales.
En este
contexto, para terminar mi comentario – muy personal y discutible por cierto-
es fundamental que se asuma rectoría en la gobernanza pública en todos los
niveles de gobierno, sea regional o local e intervenir en la supervisión de los
programas sociales nacionales que invierten en nuestro territorio a fin de
conocer la cantidad y calidad de la distribución y validar su efectividad no
monetaria, sino de asistencia y si es que ésta llega realmente a los más
vulnerables y necesitados. Adicionalmente, contar con instrumentos validados
para reorientar la inversión pública mediante la articulación en nuestro
territorio para caminar a un solo objetivo.
Toda
inversión es buena, pero será mejor si es que se prioriza en base a demandas y
necesidades estratégicas y territoriales, porque si queremos satisfacer a
todos, el dinero nunca alcanza, si se efectiviza la inversión en obras de
impacto, conectividad, acceso a mercados y mejora cualitativa de la población,
la pobreza “científica” disminuiría considerablemente y realmente nuestros ojos
vendados se abrirán y verán la riqueza escondida y poco valorada que tenemos
los amazonenses en nuestro alrededor y que lamentablemente no son tomados en
cuenta para valorar a una población. Es hora de romper paradigmas y dejar de
pensar como pobres y apostar a que somos incomparablemente ricos en otras
variables o indicadores y quizá hasta en tendencias.
Finalmente
acuño esta frase escuchada de un amigo: “ Seguimos pensando como mano de obra y
no como mente de obra”
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