Qué
duda cabe, en el mundo cristiano y católico existen diferentes cantos o
cánticos religiosos que parten el alma a cada creyente, particularmente me
acaramela escuchar la canción que dice: “Si tuvieras Fe como un grano de
mostaza/Eso lo dice el Señor/Tu le dirías a esa montaña/Muévete, muévete,
(Bis).”…”Y las montañas se moverán, y las familias se unirán, y los enfermos se
sanarán…
Esta
canción sale de las propias páginas de La Biblia, escritas por el Apóstol Lucas
en relación a la falta de credibilidad en los designios de Dios y su hijo
Jesús. Y ese granito de mostaza es lo que mueve al mundo hasta la fecha. Mueve
montañas, mueve sociedades, mueve sentimientos y muchas voluntades.
¿La
fe es religiosa?
No necesariamente, pero está
enraizado en la religión. Aquella que mediante el sermón y la valoración de las
creencias, hace que todo hombre base sus creencias y su debilidad humana ante
un Ser Divino. Esa fe hace que todo mortal tengo un motivo de vida terrenal. Fe
en ese ser inexistente físicamente, pero que motiva reacciones y sentimientos
encontrados.
Si no fuera por las
religiones, quizá todos no tendríamos forma de encomendar nuestras voluntades
adquiridas o insertadas en nuestro alter ego y yo interior. Cada uno en base a
nuestra fe, amparamos la protección y compañía en nuestros propósitos
personales y familiares, aunque muchas veces exagerada por solicitudes fuera de
contexto, como “querer ser millonario”.
Regresando a la canción.
Esta es sin duda alguna unas de las creaciones poéticas más motivadoras para
cualquier ser humano. El hecho que gracias a nuestra fe, todo puede cambiar,
todo se pueda sanar, curar y mejorar, es la mejor gracia creada en base a
nuestra deidad.
Particularmente, tengo
experiencias religiosas únicas a lo largo de mis cincuenta años. Quizá se deba
a la fe que profeso, a mi empeño por tratar de hacer las cosas pensando en el
bien común o quizá siendo mensajero de alguien superior a nosotros.
Esa fe me hace creer que
llegado su momento, todo tiene que cambiar y para bien. Esa fe me dice que las
muertes de tanto inocente tiene que acabar cuando nuestro líderes actúen para
menguar la violencia y el daño físico – emocional a las familias. Esa fe me
dice que más temprano que tarde los ciudadanos gozaremos de la gracia divina
para mitigar nuestras penurias. Penurias provocadas e inducidas por el hombre
que en base a la codicia, prostituye todo lo que se llama decencia.
Quizá el granito es pequeño,
pero poco a poco podríamos hacer una montaña, que por medio de nuestra fe,
podremos moverla para felicidad de todos los hijos que seguimos creyendo en
algo superior que guía nuestros pasos.
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