Como todas las mañanas, esta mañana
abrí tu cuerpo y te desnude como lo hace nuestra rutina. Enchufé para darte la
energía que te falta y verte brillar sobre mi mirada. Mirada cada vez más
opaca, difusa y nublada.
Gracias a ti, entre la A hasta la
Z, encontré miles de palabras para expresar al mundo lo que siento: deseo
infernal de comunicarme con los demás. Y tú solo en silencio soportando mis
golpes, giraban tu cerebro electrónico para corregir mis errores. ¿Cuántas frases
trilladas hemos perdido juntos verdad? ¿Cuántas locuras y humos de cigarro habremos
compartido desde la vez primera que te tuve entre mis dedos?.
Desde poemas, cuentos, artículos,
comentarios, noticias hemos creado para poner en movimiento a tanta gente. A
veces, tú mi cómplice eterna, hemos arrojado por el portapapeles ideas locas,
locas ideas.
Brillaste por un momento, pensé que
era una descarga más de tu chip cerebral, reinicié tu alma cibernética, pero tu
fecha de caducidad había llegado y justo cuanto tenía varias ideas por plasmar
en esta mañana fría, helada y solitaria.
Cuando te tuve en mis manos luego
de escogerte entre varios modelos, supe que entre tú y yo cerraríamos y
haríamos historia juntos: yo con mis ideas y tú con tu disco duro a prueba de
bastardas imaginaciones.
Ya diste tu último suspiro, me
dicen que eres chatarra y que tu corazón falló más que nunca y que lo único que
puedo hacer, es tenerte en mi baúl de las reliquias, siendo tú la mejor de
ellas.
No hay lágrimas, tampoco un sepelio,
menos velas. Descansa cibernéticamente en paz y como te prometí: TE CUIDARE
HASTA LA ULTIMA TECLA. ¡Game Over! computadora mía.
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