En el mundo de la psicología se afirma, que toda persona
que se acostumbra a lo que tiene, se conforma con lo que hace y no aspira a
nada más, está en su zona de confort. Es sin lugar a dudas una de las
expresiones más significativas porque define muy gráficamente el acomodo de
aquellas personas que han renunciado a tomar iniciativas que les permitan
gobernar sus vidas. Y esto no es solo a la persona, es a grupo, a conglomerado y
hasta comunidades enteras.
En los últimos años, una serie de sucesos de carácter
político y social se han generado en el país y en Amazonas en particular y esa
zona de confort, se evidenció ante la indiferencia y emoción social de la
comunidad.
De acuerdo a la historia, todo un pueblo en 1 973, se
levantó Chachapoyas para protestar y expulsar a un Prefecto natural de Ica,
además de incompetente, era ordinario.
- En los ochentas, Bagua entera se moviliza por su independencia administrativa de Utcubamba
- A causa del abuso del centralismo y la violación de los derechos, se bloquean carreteras y mueren decenas de personas entre nativos y policías, enfrentamiento conocido como el baguazo.
- Miles de universitarios toman las calles el 2003, reclamando democracia directa en la Universidad.
Estas acciones provocadas por
agentes externos y que afectan a grupo, siempre ha salido a relucir nuestra
zona de confort, es decir, como a mí no me toca, poco me interesa. Y ese no me
interesa, permite el surgimiento coyuntural de “héroes” para arengar, motivar
acciones que permitan relucir nuestra reacción, demostrando una vez más que
nuestra zona de confort, es el conjunto de todos aquellos lugares físicos o
psicológicos en los que nuestra mente se siente segura, cómoda y protegida. Es
decir, me quedo con lo que soy, me gusta lo que tengo y nada ni nadie me puede
cambiar.
¿Conformismo o
conformidad?
Sin embargo, expandir esa zona de comodidad no es tarea
sencilla, dado que por momentos contamos con falta de motivación, carencia de
claridad en nuestros sueños (es decir, nuestro horizonte está nublado) y por si
fuera poco, caemos en un gran conformismo. Ese conformismo que puede ser letal
para la raza humana, entendiendo que el conformismo se asocia a la
indiferencia. Y ser indiferentes a lo que nos rodea, lo que nos afecta, sin
duda alguna, es perder la oportunidad para cambiar nuestro status quo.
Ser indiferente a lo que nos rodea, es una evidencia que
nuestros valores sociales son más que displicentes, son ajenas y que no
revisten particular interés en que cambie, por lo que la metáfora “Si no se
meten conmigo, no me meto con nadie”, se viste de cuerpo entero.
En algunos casos la zona de confort es buena. Bueno para
el placer, para la familia, para los estudios, para soñar; pero es malo cuando los
problemas sociales agobian y derrumban los sueños de la colectividad y la
colectividad somos todos y nadie se excluye de ello.
Hoy está de moda, el las camisetas de los equipos de
fútbol como: Corazón, garra, ciclón y fuerza. Y me hace recordar la gallardía
de los Sachapuyos para defender su territorio y releo a los historiadores que
dicen, que nuestra raza, esa del pasado, era guerrera, atrevida, osada,
corajuda, era única.
Miles de años después, tal parece que eso es recuerdo y
que eso es utopía, ya que cada uno, pese a que nos pase el tren encima, nos
lleven de basura, nos apaguen la luz, nos suban los impuestos, nos humillen con
los pésimos servicios, se nos caiga el cielo y nos usurpen nuestra extirpe,
seguimos en la zona de confort
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