Una
noche de agosto del 2012, cansado llego a mi casa y tengo el sueño más inusual
de un común mortal como yo. Estaba en un lugar fuera de la ciudad, vestía una
casaca de cuero negro, un pantalón jean raído y puesto unos zapatos negros
sucios con polvo. Una llamada de mis compañeros, me recuerda que tenía que ir a
la plazuela de burgos, ya que en ese lugar teníamos que condecorar a la patrona
de nuestra ciudad. No puedo les dije, estoy con ropa sucia. Como sea vienes o
vienes y me cortan la llamada.
Imaginariamente
me traslado a la plazuela y miles de personas acompañaban la procesión desde
Tushpuna. Antes de cruzar la fachada del templo, tal como habíamos planificado,
cientos de policías habrían el paso con cruce de espadas, pese a mi vestimenta
y desaliñado mi apariencia, me entregan en una bandeja una medalla, me subo a
una silla pequeña, bajan el anda, levanto mis manos con la ofrenda y la mama
asunta, se agacha y me da un beso en la mejilla.
En
otra ocasión, recuerdo que en mis sueños vi cómo se quema la ciudad partiendo
el fuego desde la catedral y como hicimos que esta se apague con una
improvisada procesión de la virgen (esta historia lo cuento en mi libro “Historias
de Almohada”). Estas dos experiencias recuerdo que lo comente al Obispo en la procesión
del 15 de agosto de ese año, solo obtuve como respuesta, que es el testimonio
viviente de la fe y que eres un privilegiado, como muchos de los creyentes que
siguen a la Mama Asunta a lo largo de la historia http://mcabanas.blogia.com/2008/080501-la-coronacion-cincuenta-y-seis-anos-de-historia.php.
En el 2012, que se celebraba
los 60 años de la coronación apostólica de nuestra patrona, hubo muchos
acontecimientos personales que me marcaron para siempre (http://melcalez.blogspot.com/2011/11/que-esconden-los-ojos-de-la-virgen.html)
y
que los guardo como un trofeo personal y nunca podrá ser comparado por algo
material que se nos pueda entregar.
Hoy al final de la
ceremonia religiosa, luego de contener mis lágrimas, me acerque a saludarla,
tocar su manto. Después de dos años la tuve muy cerca, la mire emocionado por
este reencuentro, internamente la dije que me perdonara por mis actos, que la
quería como a ninguna, al tocar sus dedos con los míos, una descarga eléctrica
pasó por mi cuerpo, pero no tuve miedo. Me agache en señal de respeto, me
persigné y salí a la calle, antes de cruzar la puerta principal de la capilla,
sentí una extraña sensación en la espalda, me voltee y una sutil sonrisa
cruzamos los dos: La madre de un amor a prueba de miles de pecados y un hijo
atribulado por sus demonios interiores
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