miércoles, 24 de abril de 2013

BALAS: UNAS MATAN Y OTRAS ENCANTAN



 Ella es Watiak, vive alejada de la modernidad y en el recodo del río. Vive su infancia como todos, pero al natural. En ella no hay distracciones de muñecas, ni ollitas, ni cocinaditas, cada tarde espera el regreso de papá para que "robe" el casquillo de la bala que mató a un animal. Un animal de monte que le servirá de alimento para la familia. Ella tiene doble alegría: carne para comer, un casquillo para jugar.




 Cada tarde, cuando cae el sol para abrir las cortinas de la noche, un casquillo es perforada por la mano inocente de un niño y se convierte en un trompo. El niño frota con sus manos el palito, todos miran si da vueltas, se ríen, te miran y te vuelven a mirar.



Shimpu y Yapu, no saben de carritos, solo de balas para jugar con ellas. no saben de televisión y poco conocen al "apache" (nosotros). Saben de un mundo grande y redondo, pero que no conocen. Viven su tiempo, su momento, su infancia y su presente.


Todos son amigos, desnudos venden su inocencia. todos abrazan un ideal: su nación, ser yachi, cazador de presas reales y de fantasías. Todos miran al hombre extraño, le tocan, le observan, se sonríen, ganan confianza y luego juegan.

                    Río Santiago - Condorcanqui - Amazonas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impactante, relato, impresionantes las fotos

Una abuela en la Web... dijo...

Mientras más simple es la persona,menos cosas mundanas necesita y puede ser auténticamente feliz...