En estas temporadas
salpicadas de noticias lamentables, de desbordes, de huaycos, derrumbes y otras
calamidades, he tenido que regresar a tiempos aquellos, Tiempos de recuerdos
inolvidables para mi persona. Por alguna razón, llego a oídos de Don Manuel
Saavedra Luján mi existencia terrenal. Creo que en su última visita a su
añorada tierra, Chachapoyas, mediante sus nietas, Liliana y Luzanaty Muñoz,
tuve la sorpresa de una invitación para tomar un café. Fue una reunión,
francamente inolvidable, que pese las distancias generacionales conversamos de
todo y nos despedimos como amigos de toda la vida.
Al día siguiente, una de sus
nietas llega a mi casa con un regalo. Me comentaron que el abuelo había pedido
que lo llevaran al valle del Utcubamba para que pasee por el río y que en este
tiempo se inspiró y creo este poema, que lo enmarcó y me dijo que te lo trajera.
Era el mejor regalo recibido en mi vida. Una obra maestra de la poesía
regional, hecha por un personaje histórico de Amazonas.
Hoy que al pobre río lo echamos
la culpa de las desgracias naturales, quiero compartir esta composición muy
rica, genial, eterna, que es el homenaje de un poeta a su rio amado. ¡Gracias,
tocayo Manuel!
ROMANCE DEL UTCUBAMBA
¡UTCUBAMBA!... ¡UTCUBAMBA!
río hermoso,
que de los alto de las peñas doloridas
de los andes
te descuelgas caudaloso,
cual serpiente plateada
ondulando entre pétreos faldares.
¿Vas en busca de los valles que fecundas
cuando corres sereno, sereno,
transparente,
unas veces.
Para luego con las aguas del Santiago y
otros ríos
dar tributo al Marañón,
que abriendo pasos en los Andes
Orientales
se arroja con furor de Apocalipsis
entre abismos insondables
del Rentema y Manseriche?
¡Cuántas cosas
misteriosas
abras visto!,
Hierático patriarca de estos lares
donde otrora
nuestra raza de “hombres fuertes”
que nos habla Blas Valera,
perennizo su epopeya en el Kuélap
Sagrado,
Revash y otras glorias,
que cerrando el horizonte
te contemplan cuando pasas bajo palio
perfumado de aromas del guarango y
naranjal.
Di a tus Náyades divinas que nos cuenten
en las noches melancolicas de luna,
las leyendas de los siglos que tu
escondes,
mientras yo,
envuelto en la penumbra del ocaso
a la vera de tu lecho,
mendigo unas coplas a la noche
-a esta noche del tiempo-
para cantar en tu nombre este romance,
sencillo, humilde.
¡UTCUBAMBA!...¡UTCUBAMBA!
río hermoso.
Idilio de este edén paradisiaco,
adormido en el regazo del silencio y de
la roca,
el arrullo,
del ave canora de la playa.
¡Utcubamba!...rio de agua y de tiempo
déjame pulsar el acorde melódico
de tu lira inefable
y grabar esta nota brotada desde el alma
en el pentagrama azul de tu agonía.
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