Este 17 de Abril, pocos recuerdan,
excepto en Chachapoyas, el natalicio de unos de los peruanos más ilustres y
preclaros de la patria y al mismo tiempo el menos estudiado y olvidado por la
historia, por el tiempo, por la clase gobernante, por la clase política nacional.
Mañana nace nuevamente y como hace 262 años, el Dr. Alejandro Toribio Rodríguez
de Mendoza Collantes, el chachapoyano universal.
Confieso que soy un
admirador a ultranza de nuestro prócer y precursor y de allí mi terca
insistencia por hacer notar por todos los medios lo gravitante de su presencia
física en el Siglo XVII y parte del Siglo XVIII para el Perú. Ese Perú a la
deriva y palpitante de libertad, de romper la cascara de la oscuridad y las
cadenas que agobian su esclavitud territorial de la corona española.
De él, todos los que hemos
leídos sus escasas biografías, sabemos que fue el gestor intelectual e
ideológico, así como sembrador de ideales en las mentes de dos generaciones de
peruanos que fundaron la república del Perú. Se sabe también que fue teólogo,
abogado, maestro, periodista y filósofo, que fue el primer peruano en asumir
las juntas preparatorias del primer congreso nacional, el primer peruano en
recibir la condecoración de la Orden del Sol y el último de los próceres en
firmar el acta de nuestra independencia en el ocaso de su vida.
La patria todavía está en
deuda con este pro hombre, que lo dio todo a cambio de nada. Está en deuda
porque es el único precursor que sus restos no están en el panteón de los próceres,
que su egregia figura en bronce ridículamente se expone en pocos lugares de la
patria, como si fuese una más de muchas que se crean o se erigen por nada. Es
una personalidad sobresaliente que muy pocos peruanos saben su labor al
servicio de la independencia nacional, por lo que hace, que desde esta patria
chica donde naciera Don Alejandro Toribio, se pueda iniciar una cruzada
nacional para que el marco del bicentenario de la independencia nacional, se
pueda exigir a un congreso malgastado y una clase política carcomida por la
mediocridad que sea considerado en los homenajes póstumos como merece tan
hidalgo hombre.
Que se haga por ejemplo, una
actualización de su biografía y masificar su lectura y darse cuenta que héroe
no es sólo el que muere bajo la mano asesina que dispara una bala en una guerra
o en un enfrentamiento armado, héroe también son aquellas personas que idearon
la más grande revolución ideológica peruana. Que regrese su monumento de cuerpo
entero al Parque Universitario porque allí está la vieja casona donde funcionó
el Real Convictorio de San Carlos y que el Congreso de la República
acondicionara un salón protocolar en su nombre para que todos los visitantes
conozcan la importancia de nuestro paisano, que siendo estudiante era maestro;
y siendo maestro no dejaba de estudiar.
Creo que la coyuntura que
vive Amazonas y la patria en general, es motivo para adelantar propuestas o
diseñar estrategias regionales para afrontar las demandas del bicentenario
peruano y demostrar el cariño a personalidades como Rodríguez de Mendoza que
dio a nuestra patria luz y dignidad.
Rodríguez de Mendoza, es la
tea luminosa que debe brillar en cada corazón de los amazonenses que nos
identificamos con sus demandas, sueños y desconsuelos. Es el hombre, el hijo,
el maestro, el guía espiritual de todos aquellos que sueñan con una segunda
independencia nacional y regional, esclavizada por la pobreza, desigualdad y
las monotonías. ¡Feliz natalicio, maestro de maestros, Dr. Alejandro Toribio
Rodríguez de Mendoza Collantes!
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