Esta mañana sin
saber porque pero me vestí de negro. Una angustia extraña recorría mi cuerpo. Salgo de la ducha y una llamada ingresa
a la casa. Compadre se ha muerto tu pata, me decía la voz de José Castro desde
Bagua. A las cinco de la mañana de hoy expiraba en Lima la vida de Guillermo
Vega Gonzales, amigo de mi barrio, de mi infancia, amigo como pocos que con el
tiempo hizo del magisterio su blasón y de su familia la razón de su existencia.
La última vez que
nos vimos fue, paradójicamente en el entierro de un familiar común. Tomando
café con sus humitas recordábamos nuestra “chiquititud” como lo decía. Recordábamos
a la Tuca que era nuestro arquero en la canchita del barrio, a caserolo, al
bolo, a Juan Bombo, al Suco, a los canchules, a los partidos clásicos entre
nosotros en medio de la lluvia y a las botellas de chicha que nos tomábamos en
la tía Rosalía. A las escapadas nocturnas para pasear por Burgos o la Plaza o
cuando buscábamos una que otra hembrita en otros lares o las clases de
matemática que nos daba a todos los “duros” del barrio.
Guillermo Vega, que
firmaba como “Gmovagles”, era un capo en la matemática, único en esta
especialidad, todos los sábados era nuestro profe, nos sacaba la mugre con los
problemas, para él era pichiruchadas. La coyuntura social de su época, hizo que
postulara a la Escuela Normal Mixta de Chachapoyas y egresara con honores en su
promoción, la falta de oportunidades hizo que se asentara en Bagua, donde se
hizo notar su calidad profesional y fue por mucho tiempo y hasta su muerte
director del Instituto Pedagógico “Cesar Vallejo”, fue regidor y candidato a la
alcaldía de esta provincia. En sus cincuenta y dos años de vida, se mostró como
una persona a carta cabal, docente comprometido con su profesión y sus alumnos,
innovador, pensante académico. Ha partido al más allá, una persona fuera de
serie.
El barrio de Tushpuna,
testigo de nuestros juegos de infancia, pierde a un vecino de quilates y
nuestro departamento un ciudadano ejemplar. Amigo de infancia, de barrio, de la
palomillada, no sabes cuándo dolor me embarga tu partida. Supimos que estabas
enfermo, pero no me imaginaba que en tan poco tiempo diosito te lleva a tu
descanso enterno.
Mi querido “Gmovagles”
quiero que de verdad descanses en paz.Tengo tantas cosas que decirte; pero te confieso que no puedo, porque un nudo tengo todavía en la garganta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario