Faltando cinco meses para la realización de las festividades
patronales en homenaje a nuestra patrona, tenemos un avance significativo, pero
todavía falta mucho más, como el hecho mismo de comprometer a las
instituciones, a las empresas y amigos. Para ello he tenido que pedir
vacaciones para asumir algunos retos. Retos complicados, teniendo en cuanta la
cultura del TAY en nuestra ciudad.
Es muy conocido este término regionalista en nuestras vidas:
Tay lo que se hace, Tay Cochino, Tay este tal por cual, Tay ese mavalge y el
peor de todos el Tay de la indiferencia, pero que se convierte en exigencia a
cambio de nada.
El flujo de razas, raíces y colores que tiene Chachapoyas a
causa de la migración, poco a poco estamos perdiendo el sentido de la
responsabilidad, de la participación y el de asumir retos concretos por y para
los demás.
En estos días he recorrido tiendas comerciales, empresas
exitosas, visitas a amigos, de todos ellos pocos con la franqueza y el cariño a
su tierra te tienden la mano y muchos hacen del Tay un acto intrínseco de
indiferencia, pese a que muchos de ellos se beneficiarán de todo lo poco o
mucho que se haga por estas festividades que se vienen programando para
celebrar con altura los 60 años de coronación de “ Nuestra Señora de la Asunción”
que con el paso de los años se paso a llamar “Virgen Asunta”
No lo digo a modo de queja, ni de demanda, solo una reflexión
pública mental. Las sociedades modernas, tienen que aspirar a ser mejores, más
competitivas, más sinérgicas pensando en el desarrollo social, humano y el espíritu
colectivo del cambio, para ello se tiene que erradicar de nuestros mapas
mentales la cultura de la negación. Negar que somos un pueblo católico, es
renegar de nuestras tradiciones, usos, modismos y costumbres. Negar la
solidaridad, es creer que el éxito no se comparte. Negar por negar es renegar
de nuestro entorno.
En ese contexto estos cuatro meses siguientes son claves en
cada una de las personas que habitamos en la ciudad y los que sin ser naturales
del lugar tenemos que involucrarnos en su forma de vida colectiva. Es clave
porque haciendo causa común podemos iniciar un proceso de cambio colectivo para
dejar de lado el TAY y convertirlo en LLAO. Llao de deseo positivo, de alegría,
de bien común y sobretodo de hacer las cosas por los demás.
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