viernes, 6 de enero de 2012

9 de Enero: Una herida abierta en el corazón de Amazonas


El tiempo pasa inexorablemente, los recuerdos son cada vez más lejanos, pero los sentimientos afloran en la memoria de los seres humanos. Esta madrugada, soñé que volaba, veía fuego alrededor mío, con miedo me levante de la cama y recordé ese doloroso accidente del 9 de enero del 2003 donde murieron más de cuarenta personas, muchos de ellos amigos nuestros. Y me propuse contar una historia distinta al que se conoce todos.

SE PERDIO EL AVION
            Ese día teníamos una de las primeras sesiones del consejo regional. Eran las 8.30 a.m cuando al teléfono de Miguel Reyes llegó la noticia que el avión no aterrizaba en el aeropuerto y que se había perdido en el espacio. Hubo silencio, se pidió que confirmaran la noticia, minutos más tarde las autoridades de CORPAC afirmaban que el vuelo de TANS PERU había perdido contacto a pocos minutos de arribar al aeropuerto de Chachapoyas. Cuando comenzamos a indagar quienes venían en ese vuelo, recuerdo que los que conocíamos a los hermanos Román Robles, Zubiate Más, Trigoso, López, nos agarramos la cabeza y temblaban nuestros cuerpos. Nos mirábamos con Temoche y pensábamos en el Higos Urco.

            El presidente suspende la sesión, se puso su chaleco naranja y en compañía de otras personas salieron rumbo a Lámud para realizar las acciones de rescate ya que se decía que el vuelo se habría perdido por Huaylla Belén. Ellos estuvieron dos días fuera de la sede regional, en mi condición de Secretario del Consejo, pidiendo autorización telefónica al presidente, redacto el documento donde declaramos el duelo regional, posteriormente firmaron los consejeros.
EL DOLOR DE LAS FAMILIAS Y AMIGOS
            Tanto fue el impacto de la noticia, que toda la población se movilizó por donde pudo, camionetas, camiones, motos se trasladaron por diferentes partes de Luya. De Utcubamba salían brigadas para peinar la zona de Tambolíc. Muchos rumores se gestaban, llamaban por teléfono para decirlos que por acá o por allá habían escuchado un ruido fuerte; otros como Carlos Chávez Trujillo, mediocre congresista, llamo para decir que habían sobrevivientes. Arribaron los helicópteros, por primera vez arribaron cientos de periodistas de diversos medios de comunicación nacional y del extranjero, transmitían en directo los hechos. Veía rostros acongojados, personas que caminaban como zombis, había un ambiente de tristeza por todos lados.
            Recuerdo que en una de esas búsquedas, viaje hacia el Huaylla Belén llevando carpas de Defensa Civil para hacer campamentos temporales y albergar a la gente; pero error tremendo no llevábamos alimentos. Vimos muy de cerca como las personas se habían hecho parte de la tragedia y se esmeraban en buscarlos con la esperanza de encontrar a alguien con vida. Allí me encontré con David Reina, como jefe de los bomberos nos dijo que peinaron la zona y nada de nada.
            Hasta que se da la noticia. Un helicóptero informa el hallazgo, el avión de había estrellado y era imposible que alguien sobreviviera. Recuerdo que fuí al aeropuerto como parte del equipo de gobierno. Miles de personas estaban allí, familiares cercanos fueron a constatar la zona y al regresar aprecié el cuadro más doloroso de mi vida. Vi gente desmayarse, tirarse al suelo, corrían, gritaban. A Jorge Zubiate, caminar casi cargado en brazos por otros amigos porque estaba destrozado. A la esposa de Neill, inmersa en su dolor de esposa y madre. A la familia de Lucho Mendoza destrozada. Recuerdo que entre los planes de la nueva gestión regional era darle la Dirección Regional de Salud a Neill Román y el Hospital a Lucho Mendoza. Todo eso se truncó con la muerte repentina y “gracias” a la estupidez humana de los pilotos.
            Particularmente me marcó mucho y hasta ahora la desaparición física de Neill con quien teníamos mucho contacto profesional y reuniones periódicas para hablar sobre Amazonas, sobre acontecimientos, sobre política y analizar el periódico “Tiempos del Mundo”, también de Vitín, otro médico exitoso y compañero de colegio desde el Seminario hasta que terminamos en la misma sección en el Colegio “San Juan de la Libertad”, de Lucho “Manshana” Mendoza, con quien tengo los mejores recuerdos de mi vida y la gratitud eterna por haber atendido a mis dos primeras hijas en su nacimiento, de Carmen Virginia, una pediatra como pocos que acertaban en la cura de tus hijos. Recuerdo que salíamos a comer a la calle con mi familia y solo recordar la tragedia lloraba en la mesa, la gente me miraba. Es que eran lágrimas de impotencia, lágrimas de puro sentimiento, porque injustamente se perdieron la vida de personas valiosísimas para nuestra región.
EL FIGURETISMO PARA LIMPIAR LA CONCIENCIA
            La noticia de la tragedia caló muy hondo en el corazón del pueblo amazonense en general. Se tuvo la visita de ministros de estado, de autoridades aeroportuarias y llamó la atención de las primeras declaraciones donde sindicaban la causa de la tragedia aérea a la ubicación del aeropuerto, que era el más peligroso para aterrizar, que su pista es muy pequeña, es decir que no valía para nada. Recuerdo que una noche el Dr. Palacín en ese entonces jefe máximo de CORPAC y un especialista en estos temas, convocó a una reunión ampliada en el salón municipal, habló sobre CORPAC y tantas cosas, dijo, redijo y recontra afirmó que la culpa era del aeropuerto, luego se supo que fue falla humana. Y recuerdo muy bien que para “agraciarse” con nuestra gente hipócritamente celebró sus bodas de plata matrimoniales en la Catedral con invitados especiales de la ciudad. Whisky, comida, hubo de todo y con ello comprar el silencio de la tragedia.
SOLIDARIDAD AMAZONENSE
            Pasado el tiempo, vimos la necesidad de instaurar una fecha especial por esta tragedia y nace la propuesta de crear el DIA DE LA SOLIDARIDAD AMAZONENSE. En esa fecha como gobierno entregamos placas recordatorios a municipios, a la policía nacional, a la compañía de Bomberos por su valioso trabajo, hicimos una romería al cementerio e inauguramos un monumento en honor a las víctimas, entregamos miles de distintivos de color blanco, se hicieron misas masivas y comunitarias. La idea de esta fecha era que se recuerde la tragedia con dolor y sentimiento los primeros años y con el tiempo sea motivo de orgullo regional, implementando con premios a personas, agrupaciones que durante un año hayan dado muestras de solidaridad con los demás. Terminado el primer gobierno regional, se terminaron también estos  homenajes y de ello poco o casi nada se recuerda, pareciera que la inercia hace que de la memoria se borren recuerdos que nunca deben olvidarse.

            Este lunes nueve de enero se recordará nueve años de esta desgracia. Confieso que todavía lloro esta tragedia. Me veo conversando con ellos, planificando con ellos. Veo sus rostros por las calles, sus gestos sus palabras. Para mí como amigo los tengo presentes y espero que sea siempre. Por eso escribo, por eso hago memoria, para que los tengamos presentes en nuestras vidas y hagamos del dolor un sentimiento colectivo que nos permita crecer como pueblo.
A los que fueron ese día y no volvieron, a los que la fatalidad hizo que sean viajeros eternos, rindo mi homenaje personal y  a sus familias el aprecio, respeto y condolencias eternas. ¡ que nunca se repita!

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