El tiempo pasa
inexorablemente, los recuerdos son cada vez más lejanos, pero los sentimientos
afloran en la memoria de los seres humanos. Esta madrugada, soñé que volaba,
veía fuego alrededor mío, con miedo me levante de la cama y recordé ese
doloroso accidente del 9 de enero del 2003 donde murieron más de cuarenta
personas, muchos de ellos amigos nuestros. Y me propuse contar una historia
distinta al que se conoce todos.
SE PERDIO EL AVION
Ese día teníamos una de las primeras
sesiones del consejo regional. Eran las 8.30 a.m cuando al teléfono de Miguel
Reyes llegó la noticia que el avión no aterrizaba en el aeropuerto y que se
había perdido en el espacio. Hubo silencio, se pidió que confirmaran la
noticia, minutos más tarde las autoridades de CORPAC afirmaban que el vuelo de
TANS PERU había perdido contacto a pocos minutos de arribar al aeropuerto de
Chachapoyas. Cuando comenzamos a indagar quienes venían en ese vuelo, recuerdo
que los que conocíamos a los hermanos Román Robles, Zubiate Más, Trigoso,
López, nos agarramos la cabeza y temblaban nuestros cuerpos. Nos mirábamos con
Temoche y pensábamos en el Higos Urco.
El presidente suspende la sesión, se
puso su chaleco naranja y en compañía de otras personas salieron rumbo a Lámud para realizar las
acciones de rescate ya que se decía que el vuelo se habría perdido por Huaylla
Belén. Ellos estuvieron dos días fuera de la sede regional, en mi condición de
Secretario del Consejo, pidiendo autorización telefónica al presidente, redacto
el documento donde declaramos el duelo regional, posteriormente firmaron los
consejeros.
EL DOLOR DE LAS
FAMILIAS Y AMIGOS
Tanto fue el
impacto de la noticia, que toda la población se movilizó por donde pudo,
camionetas, camiones, motos se trasladaron por diferentes partes de Luya. De
Utcubamba salían brigadas para peinar la zona de Tambolíc. Muchos rumores se
gestaban, llamaban por teléfono para decirlos que por acá o por allá habían
escuchado un ruido fuerte; otros como Carlos Chávez Trujillo, mediocre
congresista, llamo para decir que habían sobrevivientes. Arribaron los
helicópteros, por primera vez arribaron cientos de periodistas de diversos
medios de comunicación nacional y del extranjero, transmitían en directo los hechos.
Veía rostros acongojados, personas que caminaban como zombis, había un ambiente
de tristeza por todos lados.
Recuerdo que en
una de esas búsquedas, viaje hacia el Huaylla Belén llevando carpas de Defensa
Civil para hacer campamentos temporales y albergar a la gente; pero error
tremendo no llevábamos alimentos. Vimos muy de cerca como las personas se
habían hecho parte de la tragedia y se esmeraban en buscarlos con la esperanza
de encontrar a alguien con vida. Allí me encontré con David Reina, como jefe de
los bomberos nos dijo que peinaron la zona y nada de nada.
Hasta que se da la
noticia. Un helicóptero informa el hallazgo, el avión de había estrellado y era
imposible que alguien sobreviviera. Recuerdo que fuí al aeropuerto como parte
del equipo de gobierno. Miles de personas estaban allí, familiares cercanos
fueron a constatar la zona y al regresar aprecié el cuadro más doloroso de mi
vida. Vi gente desmayarse, tirarse al suelo, corrían, gritaban. A Jorge
Zubiate, caminar casi cargado en brazos por otros amigos porque estaba
destrozado. A la esposa de Neill, inmersa en su dolor de esposa y madre. A la
familia de Lucho Mendoza destrozada. Recuerdo que entre los planes de la nueva
gestión regional era darle la Dirección Regional de Salud a Neill Román y el
Hospital a Lucho Mendoza. Todo eso se truncó con la muerte repentina y
“gracias” a la estupidez humana de los pilotos.
Particularmente me
marcó mucho y hasta ahora la desaparición física de Neill con quien teníamos
mucho contacto profesional y reuniones periódicas para hablar sobre Amazonas,
sobre acontecimientos, sobre política y analizar el periódico “Tiempos del
Mundo”, también de Vitín, otro médico exitoso y compañero de colegio desde el
Seminario hasta que terminamos en la misma sección en el Colegio “San Juan de
la Libertad”, de Lucho “Manshana” Mendoza, con quien tengo los mejores
recuerdos de mi vida y la gratitud eterna por haber atendido a mis dos primeras
hijas en su nacimiento, de Carmen Virginia, una pediatra como pocos que
acertaban en la cura de tus hijos. Recuerdo que salíamos a comer a la calle con
mi familia y solo recordar la tragedia lloraba en la mesa, la gente me miraba.
Es que eran lágrimas de impotencia, lágrimas de puro sentimiento, porque
injustamente se perdieron la vida de personas valiosísimas para nuestra región.
EL FIGURETISMO PARA
LIMPIAR LA CONCIENCIA
La noticia de la
tragedia caló muy hondo en el corazón del pueblo amazonense en general. Se tuvo
la visita de ministros de estado, de autoridades aeroportuarias y llamó la
atención de las primeras declaraciones donde sindicaban la causa de la tragedia
aérea a la ubicación del aeropuerto, que era el más peligroso para aterrizar,
que su pista es muy pequeña, es decir que no valía para nada. Recuerdo que una
noche el Dr. Palacín en ese entonces jefe máximo de CORPAC y un especialista en
estos temas, convocó a una reunión ampliada en el salón municipal, habló sobre
CORPAC y tantas cosas, dijo, redijo y recontra afirmó que la culpa era del
aeropuerto, luego se supo que fue falla humana. Y recuerdo muy bien que para “agraciarse”
con nuestra gente hipócritamente celebró sus bodas de plata matrimoniales en la
Catedral con invitados especiales de la ciudad. Whisky, comida, hubo de todo y
con ello comprar el silencio de la tragedia.
SOLIDARIDAD AMAZONENSE
Pasado el tiempo,
vimos la necesidad de instaurar una fecha especial por esta tragedia y nace la
propuesta de crear el DIA DE LA SOLIDARIDAD AMAZONENSE. En esa fecha como
gobierno entregamos placas recordatorios a municipios, a la policía nacional, a
la compañía de Bomberos por su valioso trabajo, hicimos una romería al
cementerio e inauguramos un monumento en honor a las víctimas, entregamos miles
de distintivos de color blanco, se hicieron misas masivas y comunitarias. La
idea de esta fecha era que se recuerde la tragedia con dolor y sentimiento los
primeros años y con el tiempo sea motivo de orgullo regional, implementando con
premios a personas, agrupaciones que durante un año hayan dado muestras de
solidaridad con los demás. Terminado el primer gobierno regional, se terminaron
también estos homenajes y de ello poco o
casi nada se recuerda, pareciera que la inercia hace que de la memoria se
borren recuerdos que nunca deben olvidarse.
Este lunes nueve
de enero se recordará nueve años de esta desgracia. Confieso que todavía lloro
esta tragedia. Me veo conversando con ellos, planificando con ellos. Veo sus
rostros por las calles, sus gestos sus palabras. Para mí como amigo los tengo
presentes y espero que sea siempre. Por eso escribo, por eso hago memoria, para
que los tengamos presentes en nuestras vidas y hagamos del dolor un sentimiento
colectivo que nos permita crecer como pueblo.
A los que fueron ese día y no volvieron, a los que la fatalidad hizo que sean viajeros
eternos, rindo mi homenaje personal y a
sus familias el aprecio, respeto y condolencias eternas. ¡ que nunca se repita!
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