En los tiempos que Dios formó el universo, dando la vida al hombre, a los animales y a las plantas, todo era belleza. Existían los mares, los ríos, las quebradas, los inmensos valles y las montañas. Poco a poco con el paso del tiempo y la formación de las civilizaciones, se crearon los pueblos y el surgimiento de culturas en diversas partes de la tierra.
En este proceso nace la cultura de los Chachapoya, cuya característica era la valentía y gallardía de sus guerreros, que fueron indomables ante el opresor y dejaron para la posteridad y orgullo nacional sus grandes edificaciones de piedra y barro en diversas partes de nuestra ubérrima región amazónica.
Por esos años los cerros – que los Chachapoya llamaban urcos – de esta región eran poblados por diversos animales cuya población era incontrolable por lo que era difícil convivir en un solo lugar.
Ante la gran población existente en el cerro que se encuentra en la parte Sur de la ciudad de Chachapoyas, los animales convocaron a una gran asamblea para tomar decisiones sobre quienes tendrían que quedarse y otros emigrar ante la ausencia de alimentos.
- Yo soy pequeño, con unos cuantos granos de choclo me pongo contento y además con mis gritos doy alegría a las montanas, dijo el loro.
- Con mis saltos de árbol en árbol y mis juegos hago reír a todos, complementó el mono choro cola amarilla.
Los pájaros como el gorrión, el huanchaco, el piuro, las golondrinas, los animales como el zorro, el oso, el puma justificaban lo mismo para no dejar el lugar y puedan vivir en ella. El venado cenizo que estaba calladito los dijo a todos: ¿Qué autoridad tienen ustedes para opinar quien se queda o quien se va?. Todos se miraron entre sí y efectivamente se dieron cuenta que nadie tenía derecho a condicionar la vida de los demás.
- ¡Elijamos un líder! Gritaron en coro.
- ¿Pero cómo? Dijo la ardilla comiendo su nogal.
- Muy fácil ¡Qué peleen los más fuertes! Dijo el quinte chupando la miel en su maguey.
Instintivamente comenzaron a salir del grueso grupo de animales, el oso, el zorro, el puma, el tigrillo. Se produjeron grandes peleas, quedando finalmente solo dos, el oso y el puma. El puma o león de las montañas tiene un cuerpo esbelto y elástico que le da más posibilidades para cazar, es rápido al saltar y trepar a los árboles; por su parte el oso, lento, grande y muy fuerte. La gran pelea iba a ser a muerte.
Los rugidos de ambas fieras dieron inicio a la pelea, recibiendo el puma zarpazos en el lomo que lo causaron grandes heridas. Luego de tres horas de batalla entre estos dos animales, el puma aprovechando el jadeo del oso que puso su cuerpo endoblado, de un salto le incrustó sus filudos colmillos en el cuello causándole la muerte a aquel gigante animal. Con aplausos y vivas el puma fue coronado como el líder y guardián del cerro.
El puma convocó al consejo de animales que está representado por cada una de las especies que habitaban el lugar y llegaron a racionalizar el consumo de alimentos y los sacrificios a fin de convivir en paz. Así pasaron muchos años, hasta que llegó la oportunidad de elegir al sucesor del guardián del cerro, ya que el puma estaba muy anciano pero seguía siendo un sabio por su experiencia y capacidad para dirigir a los animales.
El consejo de animales solicitó al puma que promueva una sesión extraordinaria para definir la forma de su relevo y sucesión en el cargo. Los consejeros le plantearon una serie de propuestas para elegir a su sucesor. El puma solicitó al consejo un tiempo prudencial para analizar sus iniciativas y al final, el que le parezca mejor se dará cumplimiento por el bien de todos.
Dicho esto el anciano puma se alejó a un lugar solitario para meditar y se quedó dormido. Pasaron los días, los meses y los años, nunca se eligió a su sucesor. Poco a poco, los animales fueron abandonando el lugar. Sobre el lomo del puma, fueron creciendo los montes y se hizo más grande el cerro, que hoy desde lejos y cuando agudizamos nuestra vista, vemos que tiene la forma de un puma.
Desde ñaupa tiempo, nuestros ancestros al escuchar esta historia lo bautizaron como el Puma Urco al cerro que es el guardián de la fidelísima ciudad de Chachapoyas.
Se dice también que de vez en cuando el puma abre los ojos y se quiere levantar. Allí es cuando la tierra tiembla, pero el peso de la montaña hace que se vuelva a dormir. A dormir siempre, pero alerta para defender a la noble ciudad de Chachapoyas, a quien le dieron la responsabilidad de proteger.
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