Es irreverente, homosexual, escritor, periodista por necesidad, frustrado abogado, conflictivo, odiado y al mismo tiempo boca floja. Jaime Bayli, es aquella persona que no pueden contar tus secretos, porque llegado el momento te hace leña, tal como lo viene haciendo con el Presidente García, que además de la polémica y de los encuentros mediáticos que produce la misma, genera cierta suspicacia entre los actores políticos de nuestra república bananera como lo escuché decir hace poco a Altuve el popular “huevo duro” y actual regidor de Lima.
Eso de que la plata viene sola, parece que es verdad, ya que nadie sabe y tampoco de atreven a contarnos sus secretos como es que de la noche a la mañana nuestras autoridades, aparecen con carros de último modelo, casas inmensas, cuentas en varios bancos y si van a la reelección, tienen tanto dinero como para pagar hasta cien soles por voto y pagar el traslado de electores para hacerlos ganar en las elecciones.
La plata viene sola, porque está institucionalizado el tema de la corrupción y la coima en el aparato estatal, no existen normas que permitan regularlo, minimizarlo o desaparecerlo y el otro aspecto viene asociado con la cultura social y a una carencia formativa en valores. Es por ello que se llega al extremo de afirmar en nuestra sociedad que aunque robe y haga obra está muy bien. Si no me cree preguntémonos todos porque Keiko Fujimori, pese a todo lo que paso su padre, el más grande ladrón en la historia de Palacio de Gobierno, intente con la cara bien limpia ser nuestra presidente y con grandes posibilidades, o a Castañeda que con su COMUNICORE a cuestas tiene la fortuna de formar parte de los elegibles para el sillón de Pizarro o Toledo que pese a todo los desmanes palaciegos es el favorito de ganar las elecciones en abril del año que viene. Lo dicho por García o inventado por Jaime, no es más que una cruda realidad que se evidencia en las manifestaciones de riqueza de la clase política, allí queda los petroaudios, Banco de Materiales, Cofopri, las licencias mineras y los rataton
La cultura de valores, la educación formativa débil, permite que ante la existencia de corruptores (aquellos que ofrecen) y los corruptos (reciben las dádivas), la sociedad global mire con asombro las fortunas de algunos que hacen del buen vivir una razón para decir que “todo y a todos los tienen en sus manos”; de lo contrario los invito a tener un poco de paciencia y verán los resultados.
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