Hoy por la mañana al escuchar a Eduardo Galeano hablar sobre las proezas peruanas y que son mezquinas por nuestros historiadores, comprendí que de su famoso libro, muy bien podríamos graficarlo al interior de nuestro país, ya que si seguimos escondiendo acciones extraordinarias de nuestros compatriotas, estamos alimentando a que cada día las nuevas generaciones tengan poco aliento por una nación creada y formada en base a las desgracias.
Una frase de Galeano me caló en el alma: “ No entiendo como los peruanos no incluyen en su currículo escolar la participación del equipo de fútbol en las Olimpiadas de Berlín, donde humillaron hasta el mismo Adolfo Hitler”. La historia sobre esta humillación, efectivamente poco se conoce. En esa ocasión la delantera peruana estaba conformada por tres negritos de Alianza Lima que los tildaron como el “Rodillo Negro”, en sus dos encuentros bailaron a los europeos. Es decir la raza inferior superaba con quimba, juego bonito y marinera a los de la raza aria y superior. En ambos partidos, sobre todo ante Austria estuvo de espectador Adolfo Hitler, el temido, el adorado y miserable dictador nazi. Por esa humillación anularon el partido y propusieron un nuevo juego. Orgullosamente los futbolistas no aceptaron y regresaron a nuestro país. De esa página deportiva nos habla Galeano para abrir nuestras venas internas y darnos cuenta que de cosas como éstas surgen los nuevos paradigmas para una nueva república.
Y una nueva república se basa en recrear una nueva historia. Historia que alimente victorias, acciones heroicas, proezas humanas y no seguir repitiendo hechos dolorosos y que inyectan fatalidad en la sociedad peruana, como la Guerra con Chile o del Pacífico, la invasión y saqueo de Lima o contar historias de héroes fracasados que solo delatan nuestra pobreza emocional como nación.
En el caso de Amazonas, llegado su momento tendremos que incorporar en la agenda educativa hechos sobrehumanos como: Construcción de la carretera Balsas – Chachapoyas que fue la tumba de 18 obreros y que se terminó en siete años, la batalla de Higos Urco no como actividad, sino como unidad pedagógica, el legado de los Chachapoya con el idioma, su artesanía, textilería y cirugía de trepanación, los jibaros como nación que viven en nuestra amazonia mucho más antes que los colonizadores de España, a los formadores de la Sociedad de Amantes de Amazonas que descubrieron nuevas rutas de penetración a la selva encabezados por Pedro Ruiz Gallo el verdadero héroe nacional, a nuestros escritores, historiadores e ideólogos en su real dimensión para que esas venas abiertas de pobreza informativa, se cierren en base a identidad, amor y profundo realismo regional y nacional.
“Hay que pensar globalmente, para actual localmente”, reza una frase en la planificación estratégica. Ese pensamiento global debe partirse desde los principios de la gobernabilidad orientados desde lineamientos de política a fin de que localmente surjan nuevas tendencias, nuevas propuestas, nuevos sentimientos, nuevos varones y mujeres que orienten el camino futuro de Amazonas.
Hoy como Eduardo Galeano, tenemos que rescatar desde el olvido hechos trascendentales que nos permitan acumular una pisca más de orgullo por lo nuestro, por lo que somos y por lo que aspiramos ser mañana o en adelante.
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