Recuerdo cuando era pequeño, con amigos del barrio de Tushpuna nos íbamos cada fin de semana al atajo para surrucarnos y bajar al Sonche para bañarnos y pescar los carcachos que con su jeta pegada en la piedra se soleaban entre las diez y doce de la mañana. Recuerdo y eso hace más de 30 años en que en esta zona recién se intentaba arrojar la basura acumulada por una población que no superaba en esa época los quince mil habitantes. Hoy en el 2010, se calcula que se produce basura sobre las ocho toneladas y de las cuales el 75% es orgánica y el resto papeles, metales y plásticos y con ello la acumulación del impacto negativo al medio ambiente en El Atajo, donde es tanta la combustión y generación de gas metano que llueva o solee hasta en tres partes de la catarata de basura permanece encendida, contribuyendo aún más el daño al medio ambiente.
Se imaginan ¿Cuántas toneladas de basura, existe hasta la fecha en la zona?. Basura que contamina nuestros ríos, nuestros peces, nuestras vidas. Basura que en poco o en mucho contribuye el calentamiento global y el cambio climático del mundo. Además basura desperdiciada que no se recicla, que no se renueva y que se pierde miles de soles por no tratarla como se merece y debe una ciudad emblemática como la nuestra.
Han pasado muchos siglos sobre la capital de Amazonas y es en cierto modo desconcertante conocer que no contamos con terrenos apropiados para depositar la basura y propiciar su tratamiento, además de no contar con un plan de capacidades para orientar eficientemente a la población en el manejo de los residuos y que éstos no se arrojen a las calles o las quebradas o zonas descampadas, peor, al no enseñar a la comunidad a clasificar la basura.
En los últimos meses, pese a la mofa o indiferencia de la gente, existen hasta cuatro personas –mujeres- que se abocan desde muy temprano a reciclar la basura, separando los plásticos, los cartones, los papeles, luego de cuatro a seis horas de trabajo las llevan a un almacén, las venden por kilos y así logran contar con ingresos más que significativos; más aún, cuando muchas personas ni siquiera ganan el sueldo mínimo vital.
Si el Gobierno Local, contaría con un área específica para el tratamiento de basura, estoy casi seguro, que contaría con otros ingresos y frescos a las arcas municipales. Si más del 50% es orgánico se puede vender a empresarios agrícolas para su uso en el campo, Si es metal, papel o plásticos mejor ya que estos se reciclan y se vuelven a utilizar.
Muchas veces se cree que es un gasto comprar terrenos para un hecho ocioso como es la basura; pero si se mira desde el concepto de la inversión, todo dinero que emplee en mejorar, reciclar, promover usos sanos y responsables será bien invertido, ya que de por medio está la protección de la salud pública. Y eso no tiene precio.
Un gobierno local que se precie de responsable socialmente, tiene que combatir el problema ambiental y aprovechar el tema de las mancomunidades para hacer un frente de varios alcaldes que apuesten por lo mismo y para lo mismo. La basura, se convierte para todos en una oportunidad. Una oportunidad para ganar dinero. Una oportunidad para beneficiarse a bajo costo. Una oportunidad para vendernos ante el mundo como una ciudad sostenible y saludable y quizá dejar en el pasado la catarata de basura en El Atajo y así las shucas se vayan a jorobar a otra parte.
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