Tetsujiro Tsuchiya, era el tronco o pilar de la familia, se dedicaba al comercio en Iquitos donde se casó con una brasileña, Julia Oscate Tello, buscando otras oportunidades de negocios enrumbó al centro de la selva peruana, llegando a San Lorenzo, que queda en el actual Datem del Marañón y que, en los primeros años de creado Amazonas, pertenecía a este departamento. Allí se hace de un terreno que lo llama “Isla Nipón”
Tsuchiya, tuvo varios hijos, Juan Tsuchiya Oscate , era uno
de ellos, que inicia la aventura de explorar el Santiago encontrando
potencialidades mineras como naturales, que será su modo de vida luego de darse
de baja del ejército. Se establece en Fortaleza, que era cabecera de toda una
inmensa masa de tierra verde que, con la reforma agraria, lo expropian. Juan,
era un empedernido mujeriego y racista. A todos sus hijos que tuvo en distintas
mujeres los puso su apellido Tsuchiya Oscate como si fueran sus hermanos. Dice
su sobrino, Richard, que el hijo que tenía en una mujer nativa, lo criaba hasta
los tres años, luego lo daba en custodia a una mujer mestiza para que se
encargue de su desarrollo personal no permitiendo que aprendan el idioma
nativo.
Cuenta que su padre murió joven, su abuelo a los 37, el
tronco de la familia a los 85 años. Dicen que murió en medio del río Marañón,
camino a Iquitos, la lancha que llevaba su cadáver se hundió y nunca lo
encontraron. Vargas Llosa, en su libro sobre la “Historia de una novela”, dice
que antes de morir Juan Tsuchiya, escribió una carta pidiendo perdón,
reconociendo todos sus pecados. Esa carta fue remitida a una congregación
religiosa que educaba a las niñas awajum en Nieva.
japoneses de tercera generación que hoy nos contaron la otra cara de la historia: Roberto y Johana Tushía (el apellido tuvo una modificación con el tiempo. Quizá por el tema de pronunciación) |
Este apellido por temas de pronunciación, se alteró con el
tiempo. Vargas Llosa lo describe como Tuchía, Irma del Águila, como Fushía. Hoy
todos los descendientes tienen ese rasgo japones y viven con mucho orgullo las
historias de sus ancestros.
La Isla de Fushía
Pasó mucho tiempo y una periodista con raíces amazónicas, se
interesa por la historia de su apellido del Águila, escucha la historia de sus
abuelos, toma un bus desde Lima hasta Bagua, se interna en Nieva y comienza a
buscar los caminos andados por Fushía. Conversa con muchas personas, incluso
con Juan Tsuchiya, quienes niegan lo que hizo su abuelo. Comuneros que lo
conocieron dieron fe de su labor, mientras que Vargas Llosa lo califica como un
dictador amazónico que incluso de vestía y bailaba como aguaruna luego de sus
conquistas y fechorías. Se hizo leyenda, se hizo cuerpo, se hizo magia y forma
parte de la historia de Condorcanqui.
Este caso de un japonés que vino de Iquitos a Amazonas, para
Vargas Llosa es el inicio de esa triada Literaria, que inicia con “La Casa
Verde”, lo continúa con la “Historia de una novela” y lo culmina con “El sueño
del Celta” y como colofón, el libro de “La isla de Fushía” de Irma del Águila,
escrita el 2016, un libro que es estudiado en la academia latinoamericana y es
documento obligado para comprender sociológicamente, así como
antropológicamente la vida en la amazonia.
Epílogo
El 2010, estuve por última vez en Condorcanqui, hasta que
regresé 15 años después en el 2025. Los cambios son evidentes. Recuerdo que, en
ese año, propuse al alcalde de esa época para que declararan ese pequeño y
rústico hotel que había camino a la Tuna y no se hizo. Hoy existe una panadería
de varios pisos. Recorrí las calles muy brevemente y cuando preguntaba si saben
de Vargas Llosa, es ignorado totalmente. Creo que, con esta crónica, deberían
obligatoriamente leer “La Casa Verde” ya que es la primera novela y
mundialmente conocida que se habla de Santa María de Nieva y Bagua.
Volví ansiosamente a Nieva, tratando de recorrer los mismos
caminos y sentir las mismas emociones de nuestro nobel escritor. Me senté en
las chalupas y toqué con mis manos las aguas del Marañón, hice paradas para
respirar ese aire único y embriagador que tiene la selva. Visité ese viejo e
histórico restaurante que guarda en la memoria se su alicaída infraestructura
muchos recuerdos e historias que nunca serán contadas. Caminé por las calles de
Nieva, imaginando a Vargas Llosa tomando notas de cada historia escuchada para
hacer su gran novela allá en París en la década del 60.
Regresé con un nudo en la garganta. Todavía siguen las
inequidades, esas grandes brechas. Lo que afirmaba Vargas Llosa en su “Historia
de una novela”, sigue igual o peor. Ahora se suma el SIDA. Sigue el Dengue, la
fiebre amarilla. La desnutrición como la anemia, siguen siendo esa espada de
Damocles y el poco logro de aprendizaje sigue siendo más que novela, una
realidad que duele hondo muy hondo. Regresé a casa con lágrimas a medio caer,
pero con el orgullo de haber visto con otros ojos a esta hermosa parte de
Amazonas, que, si le dieran la atención oportuna, a tiempo y con corazón, otra
cosa sería su futuro.
7 comentarios:
Si la historia se huebira contado con la verdad, tendria otro final.
Yo soy una más de la generación actualmente por nieva, Marañón y Iquitos nos quedamos con el apellido Tuchia
Es más que interesante recorrer Amazonas mediante escritos como este. Conocer su historia es valorar lo que se tiene. Importante saber que Vargas Llosa recreó historias en base a personajes de la selva amazonense.
El sr Richar tuchia no sabe bien la historia de nuestra familia. El abuelo Juan tsuchiya murió. Antes que nazca Richard. No sabe nada de la historia familiar
Que Mario Vargas Llosa haya escrito sobre mi abuelo en La casa verde no lo convierte en dueño de su verdad. Él escribió una obra de ficción, con fines literarios, no con intención de hacer justicia. Tomó fragmentos de la realidad y los transformó para crear un personaje oscuro que no refleja necesariamente al hombre que fue mi abuelo. Y que ahora RICHARD TUCHIA refuerce esa imagen sin conocer toda la historia, sin haber vivido lo que otros vivieron con él, no solo es injusto, sino doloroso.
Mi abuelo tuvo una vida compleja, como todos. Cometió errores, tal vez, pero también tuvo valores, afectos y momentos que merecen ser recordados con dignidad. No se trata de negar lo que fue, sino de no reducirlo a una caricatura construida desde fuera y repetida sin matices. La memoria familiar debe ser un espacio de verdad, pero también de respeto. Y yo tengo derecho a defender esa parte de nuestra historia que no ha sido contada con justicia Si gustan saber la verdad hablen con lo verdaderos que convivieron con mi abuelo que seria mi padre JUAN TUCHIA no un farsante como Richard
Sería bueno que usted con el respeto que se merece pueda darme sus datos de manera interna si lo prefiere. Entiendo que esta historia es polémica, intensa y poco esclarecida, en mi caso escribo lo que escucho y construyo textos en base a eso que se puede seguir enriqueciendo con aportes como el que indica. Mi número es 968950833 me puede escribir por WhatsAap, también. Gracias
Apóyeme con más datos. Escríbame al 968950833 y reconstruimos esta historia que es más que interesante. Gracias
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