Nadie creo, se imaginaba que de la
noche a la mañana todos nos veríamos caminando por las calles llenos de temor,
sospecha, angustia, con alcohol en las manos y una mascarilla en la boca. Nadie
se imaginaba, que de un día a otro, volveríamos a nuestra configuración humana
original: INDIVIDUOS.
Hace un poco más de tres años que
estuve en China y en otras partes de Asia y desde que uno aterriza en su
territorio ya se ve rodeado de miles de rostros recubiertos con mascarillas
que se rotan por las calles. Lo hacen
por el exceso de contaminación, smog industrial y una natural protección, será
por eso que el impacto en Corea del Sur, Japón, Vietnam, Tailandia, mismo
China, frente a otros países es muy bajo.
Y hasta que todo cambió. De la
utopía pasamos vertiginosamente a la verdad, dejando la vergüenza, el rumor,
los comentarios mal intencionados de los vecinos, hoy lo portamos como algo
elemental para nuestra sobrevivencia. Esa “ridícula” mascarilla que solo lo
usaban los médicos y odontólogos generalmente, es un acceso fundamental en
nuestro quehacer diario.
¡Vaya que todo cambio!. De andar al
libre albedrío, de estar permanentemente rodeado de amigos, de abrazos, risas y
caricias, de vivir la vida sin freno, en un ¡zas! hubo un giro radical en
nuestras vidas. De ser incólumes, valientes, intocables, hoy, somos marionetas
que nos movemos por una mano invisible que felizmente nos trata de guiar
responsablemente. Hoy, nada tiene valor.
Ese valor a lo material, a la gula,
a las excentricidades, a la manifestación de poder y opulencia dejo pasar a la
humildad, a la reflexión y el apego a la vida. Esa vida que nos cuesta mucho
entenderla y darle su verdadero aprecio, que no es otra cosa que OPORTUNIDAD de
vivir.
Hoy, en casa, quizá te diste cuenta
el significado inmenso de las palabras: COMPARTIR, CEDER, DAR, PEDIR, AYUDAR, DESEAR,
AMAR, PENSAR, APEGO, RESPETO Y VALORAR.
Si esto, no cala en nuestro ser, de poco sirvió cerrarse en cuatro paredes por
miedo a un virus, ya que estarás muerto y sepultado en tu mezquindad.
Y todo cambió. Hoy seremos más
prudentes, más nuestros, más fraternos, más generosos, más nosotros mismos y
tal vez poco a poco dejemos esa careta de colores convertida en hipocresía,
prejuicio y rencor.
Después de esto, necesitamos una ducha
que nos limpie todas las manchas, todos los pesares y nos permita dar un salto
que nos recupere el paso perdido, que nos prolongue a una mutación mental tanto
personal como social y humana.
Después de esto, nos toca bailar y cantar la misma melodía que entre sones y ritmos nos entone el placer de vivir la vida de verdad.
Después de esto, nos toca bailar y cantar la misma melodía que entre sones y ritmos nos entone el placer de vivir la vida de verdad.
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