viernes, 8 de noviembre de 2019

El fútbol, mi pasión (parte final)


Hacemos una pausa, curiosamente nos ponemos de pie, me mira y dice “es la segunda vez que lo cuento, ah”, tengo tantas experiencias como para publicar un libro entero, dice y nos volvemos a sentar. Huele en el ambiente a café y a humitas.


En esos años, no había mucha competencia deportiva, es por eso que el fútbol se jugaba con la Guardia Civil o el Instituto agropecuario que después fue el INEI, pero como la fiesta de San Juan era la fiesta de esa época, se hacía campeonatos provinciales. Desde Bagua, Leymebamba, Chuquibamba. Bongará, Luya y Mendoza venían sus selecciones a jugar la pelota y que calidad de delegados deportivos tenían. Eran magistrados, gente de bien y se armaba unas discusiones técnicas deportivas que era admirable en esa época. Belén, para que sea una cancha de fútbol, se acondicionaba cerrando la plazuela, en cada esquina se ponía a gente para que cobre, donde es hoy el estadio era una pampa de purito agua rodeado de totoras y garzas blancas y de vez en cuando se veía nadar a patos salvajes, me dice. Eran partidazos que se definía casi al final.

Con el paso de los años, surge iniciativas para que de esos campeonatos se creara una liga de fútbol y es allí donde nace el Sachapuyos, Higos Urco. Era para mí un serio compromiso ser socio de algún equipo, tanto de la H y la U como del “Sachas” me llamaban y me hice socio del Higos Urco por amistad y ya no me pude negar ante el pedido del doctor Barcellos y Villacorta ““Shisha”, en el club tienes médico, tienes abogado, así por allí tendrás nuestro apoyo”. Todas esas promesas al inicio eran muy consideradas conmigo hasta que, en un partido para el campeonato, me lesioné, pese a que me pusieron éter, no pude seguir en la cancha. Allí me reemplaza el “loco” serenata. Campeonamos y todos fuimos a la concentración en la casa de Don David Reyna. Todos salieron festejar, menos yo, me quede sobre un colchón y con el paso de las horas el dolor era intenso y gritaba, pero nadie me escuchaba. A eso de las tres de la mañana, la esposa de Don David, entra al cuarto y ante mis gritos me ponen una ampolla y desde allí dejé al Higos Urco.
Local del Club Alonso de Alvarado

Alejado del deporte, viene un grupo de amigos de Yance encabezados por Cesar Collazos y Gilbert Feijoó que era el alcalde de la ciudad y me invitan para una reunión a fin de organizar el Club Alonso de Alvarado, me voy y no pue me eligen presidente (risas). Pucha, dice, ya pues lo festejamos y entre tragos ofrezco comprar el terreno para el local del club. Con el paso de los días, aquel compromiso se tenía que hacer y organizamos fiestas sociales, con cuatro de ellas sacamos la plata para el local. En ese lapso, arriban Gustavo Lanatta y Esteban Ampuero, nuestro senador y diputado y ellos ya habían presentado una propuesta para que el Ministerio de Hacienda destine dinero para que el Sachapuyos tenga su local. Gilbert Feijóo y Collazos me seducen para que pida lo mismo, pero yo nada que ver con el APRA pue, dice. Esa noche no dormi pensando que hacer para lograr tener el local, ya los dueños no querían 200, más de 300 mil querían. Ya con la idea, me voy a buscarlos a nuestros padres de la patria y les propongo que “hagamos una jugada maestra”. Si me hacen ese favor, toditos los del Alonso se hacen apristas poco a poco les dije.

Don Gustavo y Esteban, mañana a las diez de la mañana vayan al terreno, lleven un topógrafo y si preguntan qué hacen allí, les dicen a los dueños que están midiendo el terreno para expropiar a fin de construir el Hospital. Dicho y hecho, el topógrafo era Miranda y cuando le preguntan los dueños que ese terreno una vez medido, lo expropiarán y le pagarán al precio del autoevalúo, ni corto ni perezosos los dueños por la nochecita se fueron a verme a ofrecerme el terreno y lo compramos a 210 mil soles. Compramos el terreno, pero no sé si es que los socios se hicieron apristas, jajajajajaja.

Entre pausa y pausa, sus manos acarician la caja, sus ojos brillan. Me llega una carta de la Federación de Fútbol donde me invitan a participar de una reunión con Gareca, me dicen, pensé que era una reunión donde se pueda proponer o que nos escuchen sobre nuestras experiencias. Cuando ingresé al coliseo había muchísima gente y vi poco a poco a conocidos míos como “La rata” Zubiate, Augusto Poémape, Palito Jiménez, Nos hacen pasar a la cancha  y con el ingreso de Gareca se iniciaba toda una ceremonia hasta que de pronto me invitan a pasar adelante y Gareca sale de su sitio y camina hacia mí, me abraza, lo saludo y lo felicito por habernos llevado a Rusia y me hace entrega del polo de la selección peruana, la gente aplaudía con mucha emoción, peor fue la mía cuando me entregan la camiseta y mi apellido estaba impreso en la misma, ¡Carajo, casi me da un ataque al corazón!. Lo besé la camiseta, alcé mi sombrero y regresé a mi asiento. En mi memoria, volvía como cine cada etapa de mi vida: las atajadas, el arbitraje, las camisetas que vestí tanto en Chachapoyas como en Trujillo, lo mismo los diplomas firmados por todos los alcaldes dedicado “Al mejor árbitro del campeonato”. Pasaba por mi memoria, mi viejo que odiaba la pelota, de mi madre que me dejó a los once años, esas viejas calles de la sapra, de Luya Urco y los aplausos y las cargadas en hombros terminado un partido.


Me mira, brilla sus ojos. Viejo, le digo y ¿cómo quisieras que te recuerden?: “Decente, solo eso. Siempre he sido íntegro y al pan, pan y al vino, vino” me dice. “No sé hasta cuando Dios me tendrá vivo, pero si algo puedo pedir es que los jóvenes estudien, lean, investiguen y lo quieran a la tierra donde viven. Chachapoyas, es la tierra que amo, tanto e igual que a mi familia.
Lo miro y lo veo a mi viejo, su amigo. Sus arrugas, su mirada, su sonrisa de niño y blanco pelo son señales que la vida le dio el privilegio de ser parte de nuestra historia y con él quedará una huella imborrable en el deporte de nuestra tierra.


¡Chao, viejo, Julio! ¡Chao, Ubichito!. Le tomo una foto con esa querida camiseta que ya le ofrecieron comprar, lo agarra como para no desprenderse nunca de ella y que forme parte de su piel…eternamente.



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