Me quiero imaginar a un grupo de
fornidos indígenas que, a golpe de piedra sobre piedra, desde la aurora se
dedicaban a tallar los cerros para albergar a sus muertos. Me quiero imaginar
la pompa de aquellas ceremonias donde con dolor y al mismo tiempo orgullo
enterraban a sus muertos. Me quiero imaginar a cuatro o cinco varones y mujeres
que moldeaban el barro y hacían, lo que para el mundo es hoy, LOS SARCÓFAGOS DE
CARAJIA. Me quiero imaginar…
En el año 2010, tuve un primer acercamiento
con la población, ya que ésta localidad está inmersa en problemas de anemia y
desnutrición y viajamos con técnicos de UNICEF para implementar programas piloto con
micronutrientes. Es aquí donde visito los Sarcófagos, admiro su belleza y
monumentalidad, además de los farallones en que están perennizadas lejos de la
mano destructora del hombre, pero cerca, muy cerca para destruirlo como “tiro
al blanco” o “jebazos”.
El 2014, fuimos los primeros en
captar los detalles de estos curiosos entierros con drones y viendo su
deterioro y abandono total por parte del estado, desde la DIRCETUR AMAZONAS,
propusimos que éste y otros sarcófagos existentes y por descubrir, sean
reconocidos como “PATRIMONIO CULTURAL DE AMAZONAS” y se logró mediante la Ordenanza Regional N° 334-2013, pero su
cumplimiento y aplicación es indiferente en todos los niveles de gobierno de
Amazonas.
Hoy, es evidente que el paso de los
años nos permite ser testigos de que poco a poco, tanto la indiferencia, el
tiempo, el desapego a la identidad y al amor a la cultura nuestra, contemplemos
diariamente su destrucción. Una destrucción que duele hasta en el espíritu ambulante
de aquellos seremos humanos que, en su tiempo, crearon una forma de entierro
que se convirtió en hegemónico y originario y nunca imitado por ninguna raza o
cultura ni en América, peor en el mundo entero. Una destrucción que debe
invitarnos a reflexionar si es que merecemos haber heredado semejante legado y
si es que somos dignos predecesores de una cultura emblemática en esta parte
del Perú.
Permitir y aceptar que se destruya,
es auto destruirnos como sociedad. Carajía, no es sólo un legado, es una de las
pocas evidencias físicas que se queda para que el mundo sepa de qué raza estábamos
hechos, de donde procedemos, que fuimos, que nos propusimos y que buscábamos para
la eternidad.
Ojalá, el espíritu de los curacas,
de nuestros caciques de los Luya-Chillaos, simiente en la razón de nuestros
gobernantes para que actúen con inteligencia y diseñen estrategias para que se
proteja, se recupere, se conserve o por lo menos DECLAREN EN EMERGENCIA y que
dentro de los planes del Bicentenario, se haga ALGO MAS QUE ALGO y el sueño
eterno de nuestros antepasados, no se convierta en una pesadilla, menos en un
recuerdo y que poco a poco, olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario