miércoles, 25 de noviembre de 2015

¿Por qué tú y el otro no?



Existe un país de ideales, sueños, desencantos y decepciones. Tiene nombre, historia, leyendas, mujeres y varones de estirpe, de raigambre, de linaje, de grandeza y pobreza al mismo tiempo. Ese país eres TÚ y el otro también, pero entre tú y los demás hay una marcada diferencia: TU ERES LO QUE ERES y EL OTRO ES LO QUE LE FORMAN.

¿Qué hace que una persona sea distinta a la otra? ¿Qué motiva a que uno levante la mano, opine y el otro calle? ¿Qué marca la diferencia entre el habla y el silencio? Vaya que preguntas complicadas que me animaré a responder.

Una persona es distinta a la otra, a mi juicio por la autoestima. Aquel que se valora, que está convencido que su lucha es su lucha, que sus ideas son posibles de realizar, sigue insistiendo hasta alcanzar su propósito; el otro, observa, tiene miedo, se chupa y cumple con ese viejo axioma popular “Callar es otorgar”

El opinar es el resultado de un análisis cerebral entre el deseo, la estructura de las ideas y la expresividad misma, pocos, realmente muy pocos logran ese objetivo y de allí que ellos sean los que a futuro sean los líderes de todo proceso y los demás, tan solo los acompaña el silencio. Entonces surge lo que argumentan los científicos del conocimiento: Pocos nacieron para gobernar y muchos para ser gobernados.

Hablar es plata y callar es oro, dice un refrán griego y es una gran verdad. Muchos hablan, dicen y se contradicen que al final, las iniciales expectativas que se tiene de uno se convierten en decepción; pero su callar es oro el cual implica prudencia, pero es acicate para ser cómplices de los hechos sociales que afectan directa e indirectamente a todos. No por hablar mucho se es bueno, como tampoco callar es prudencia. Todo extremo es dañino, más si de problemas sociales se trata.
¿A qué viene todo esto? Soy como todos testigos de lo que sucede en nuestro entorno social: Calles destruidas y justificaciones absurdas, muertes inoportunas por negligencia o asistencia oportuna en nuestros centros de atención médica, delincuencia juvenil, incremento de la drogadicción, taxistas a toda velocidad que mojan a los transeúntes, justicia que no hace justicia, gobernantes que no gobiernan, uffff y nadie dice nada.

Ese no decir nada, podría deberse a dos motivos: No contamos con voces creíbles o simplemente NO NOS IMPORTA. Si es así tenemos dos caminos: Irse al abismo o ya estamos en ella.

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