No sé cómo ingrese una mañana de enero de hace cinco años y desde allí no he dejado de utilizarlo para comunicarme con el mundo y ser una especie de bisagra virtual entre todos los amazonenses dispersos por la tierra. Y no me arrepiento y es hidalgo reconocer que desde esa fecha hasta hoy puedo decir que soy un bloguero. Y al recibir el anuncio que hoy es el día del blog, imaginariamente alce mi copa y brindé por ello.
Para mí, escribir es un placer, como para otros es el buen comer, la buena literatura, una buena película o escuchar música. Escribir es el mejor de los placeres, sólo comparado con la satisfacción que se tiene al hacer el amor a la mujer amada. Escribir es la manera de sentirme útil, de acercarme a la gente, de compartir sus vivencias y hacerlas públicas para que el mundo sepa que existimos. Escribir es una virtud que tengo y no puedo negarme hacerlo.
Gracias al arte de escribir y por el blog, tengo tres libros escritos, centenares de amigos dispersos por el mundo que leen nuestros artículos, lo comentan, lo disfrutan y hasta quizá lo detestan. Gracias al blog, me permito compartir sucesos, hechos, procesos o anécdotas amazonenses entre los amazonenses. Gracias al blog, tengo la suerte y la alegría de estrechar la mano de personas que nunca vi y que se sienten fortalecidos de saber que donde están, siempre habrá una página electrónica que los regrese a su pasado, a su tierra y también a su gente.
Por eso, me considero bloguero y brindo por todos los que nos atrevemos hacerlo. ¡Hic!
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