Es increíble pensar que estamos todos a menos de veinticuatro horas para culminar la primera década del siglo XXI. Es increíble que en un clic, han pasado diez años. Diez años que han pasado en nuestras vidas y mucho de este tiempo, quizá, hasta fueron desperdiciados en cosas sin trascendencia en nuestras existencias.
Muchos de nosotros, esperamos la noche del treinta y uno para expresar nuestros buenos deseos y que todo lo que ocurrió en el año que fenece pase al olvido y que todo sea de lo mejor en el año siguiente. Muchos de nosotros (me excluyo) usamos una serie de cábalas y rituales para “votar la saladera”, viajar, tener más dinero, alcanzar la felicidad y todo lo mejor, para uno mismo y la familia.
Si las cábalas fueran ciertas, particularmente como no lo realizo, no viajaría a ningún lugar, y el año que termina me permitió recorrer mi región, mi provincia, parte del país. No me pongo calzoncillo amarillo, igual renuevo mi vestuario, me salen las cosas que quiero, tampoco como las doce uvas y siempre no falta la comida en casa, menos me subo a una escalera para conseguir trabajo porque lo tengo, mucho menos como cojinova ponerme en la cabeza gorros, cotillón, collares amarillos, ya que me convertiría en un payaso.
Lo que hago como acto de protesta, tomar unas cervezas, saludar a mis amigos y la familia, luego tirarme a la cama y salir temprano de la caza para ver a tanto choborra, que camina zigzagueante por la calle, insultando a todo el que cruza por su camino, a una decena de pishilones que confunden a los postes con baños públicos, a otro tanto tirado en el suelo, sin zapato, sin reloj, sin nada, menos un sencillo para palear la resaca.
El año nuevo, aparentemente es nuevo porque renace cada 365 días, pero con el correr de las horas se añeja y volvemos a la misma rutina de siempre: Las amas de casa a las labores del hogar, los empleados como yo, a marcar la tarjeta todo el año, recibir órdenes de jefes a veces sin criterio, los empresarios a generar más negocios y así por el estilo.
El año nuevo o todo lo nuevo a mi juicio, está en el estado emocional de las personas. Sentirse renovado, nuevo, liviano es cuestión mental y, a eso apuesto cada año: ¡Renovación total¡. Espero que todos, tengamos ese espíritu de la renovación y aspiremos siempre ser mejores cada día. ¡FELICIDADES EN EL AÑO QUE VIENE!
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